Milenio Puebla

Normas para eliminar carbono pueden servir al lavado verde

Especialis­tas. El documento establece cómo es el funcionami­ento de un sistema de certificac­ión pero no incluye detalles sobre lo es una eliminació­n permanente

- ALICE HANCOCK SHUTTERSTO­CK

Expertos en cambio climático advirtiero­n que se corre el riesgo de que los planes de la Unión Europea para certificar la eliminació­n de carbono de la atmósfera se presten al lavado verde y no alcancen para frenar las emisiones y limitar el calentamie­nto global.

El último borrador de la propuesta indica que los operadores de los programas de eliminació­n de carbono podrán registrar el extraído y almacenado en las profundida­des de las formacione­s rocosas subterráne­as.

También permitirá registrar el carbono almacenado en zonas terrestres, como bosques y suelos, y en “productos perdurable­s”, que aún no quedan definidos pero que pueden incluir, por ejemplo, edificiosd­emaderacom­o“almacenes”.

Pero el reglamento de la Unión Europea establece el funcionami­ento de un sistema de certificac­ión sin presentar ningún detalle sobre lo que contará como una eliminació­n permanente de carbono y durante cuánto tiempo debe estar almacenado para ser contabiliz­ado, dicen los expertos en medio ambiente.

“Es un marco, es muy vago, es muy libre de compromiso, faltan muchos términos cruciales”, dijo Wijnand Stoefs, responsabl­e de políticas de la organizaci­ón no gubernamen­tal Carbon Market Watch, que es un observador acreditado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

La propuesta de la Unión Europea considera la captura y el almacenami­ento de carbono (CAC), es decir, el proceso antes de que salga a la atmósfera, como una “eliminació­n permanente”. Sin embargo, la CAC no cumple los criterios de la UE para la eliminació­n de carbono, que la define como el carbono extraído de la atmósfera y no solamente la captura de nuevas emisiones.

En una carta abierta publicada el lunes, un grupo de ocho organizaci­ones ambientali­stas afirma que la Unión Europea se equivoca al dar importanci­a a tecnología­s como la captura y el almacenami­ento de carbono, que “actualment­e no son viables a escala y tienen riesgos y costos sociales, ambientale­s y económicos potencialm­ente enormes por su elevadísim­o consumo de energía y recursos, así como por el transporte y almacenami­ento de dióxido de carbono”.

La cuestión de la eliminació­n del carbono de la atmósfera aumenta su importanci­a a medida que se hace más evidente que es poco probable que el mundo pueda mantener el incremento de las temperatur­as en el nivel “muy por debajo de 2 grados centígrado­s”, e idealmente 1.5 grados centígrado­s, que se estableció en el acuerdo climático de París.

La temperatur­a subió al menos 1.1 grados centígrado­s, y las emisiones siguen aumentando a escala global a pesar del esfuerzo de paísesavan­zadosporre­ducirladep­endencia a combustibl­es fósiles y desarrolla­r energía más limpia.

La Unión Europea estableció su ambición de alcanzar las emisiones netas cero de gases de efecto invernader­o para 2050 a través de una serie de leyes bajo el paraguas de la legislació­n

El Green Deal (Acuerdo Verde), generado en 2021, fijó como objetivo provisiona­l la reducción de las emisiones de gases de efecto invernader­o en 55 por ciento para 2030 en comparació­n con los niveles de 1990.

Los incipiente­s mercados de compensaci­ón de carbono ya permiten a las empresas comprar en función de proyectos que según afirman redujeron o absorbiero­n emisiones, como el cultivo de árboles o la conservaci­ón de los océanos. Los científico­s y

los expertos en material del clima los consideran deficiente­s, ya que son difíciles de supervisar y distraen a las empresas y los gobiernos del esfuerzo para reducir las fuentes originales de emisiones.

El marco de certificac­ión de la eliminació­n de carbono de la Unión Europea puede ser el primer esfuerzo gubernamen­tal si establece una norma para este tipo de iniciativa­s.

La regulación de este ámbito es muy compleja, ya que los métodos de contabilid­ad deben garantizar que el carbono eliminado sea adicional y verificado, y que se mantenga en un almacén de forma permanente.

Depender de los bosques para almacenar carbono, por ejemplo, puede ser problemáti­co si se producen incendios forestales generaliza­dos, como los generados en Europa y Norteaméri­ca, convirtien­do los árboles en una fuente de emisiones de carbono.

A principios de este mes, una coalición de siete organizaci­ones ambientali­stas, entre ellas la Oficina Europea de Medio Ambiente (EEB, por sus siglas en inglés) y WWF, envió una carta a la Comisión Europea en la que advirtió que “la diferencia­ción entre el almacenami­ento permanente y el de corta duración es fundamenta­l, y los ‘almacenes’ de carbono a corto o mediano plazo (como los materiales de construcci­ón de base biológica, los plásticos o los textiles, que solo pueden utilizarse durante unas cuantas décadas a lo mucho) no deben equiparars­e de ninguna manera con el almacenami­ento permanente”.

También se esperaba que esta semana la comisión publicara una directiva sobre declaracio­nes ecológicas, destinada a obligar a las empresas que comerciali­zan determinad­os productos como verdes a justificar su publicidad, pero tuvo que retrasar su anuncio.

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El Green Deal fijó como objetivo la reducción de emisiones en 55 por ciento para 2030.

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