La irrupción de los pájaros
En el documental A Pervert’s Guide to Cinema, Slavoj Žižek hace una interesante lectura de Los pájaros, de Hitchcock, intentando responder a la que le parece la pregunta crucial de la película: ¿por qué atacan los pájaros? Como sucede a lo largo de toda la serie documental, evita adentrarse en interpretaciones sociopolíticas y más bien se limita al campo del deseo freudiano/lacaniano. En el caso de Los pájaros, el ataque de estos le parece una perturbación del orden simbólico, que ocasiona la desintegración de la realidad, como expresión de la prohibición materna (superego) que quiere impedir el acto sexual entre Melanie, la rica socialité protagonista que echa a andar la trama cuando acude a Bodega Bay a buscar a Mitch, y éste, luego de haberse conocido como parte de un encuentro casual en una tienda —precisamente— de aves en San Francisco. Así, le parece que los pájaros son energía incestuosa bruta, que ponen en tela de juicio la propia experiencia de lo que los habitantes de Bodega Bay entienden como realidad.
Es posible que Žižek deliberadamente evitara realizar interpretaciones sociopolíticas, pero a partir de su análisis, es posible más bien pensar en los pájaros como la irrupción en el campo de lo social de
Es posible que Žižek deliberadamente evitara realizar interpretaciones sociopolíticas
aquellas fuerzas residuales que dentro de la lógica del respetable entramado social han sido relegadas (reprimidas), que irrumpen no sólo con gran fuerza sino sin motivo ni fin aparente alguno, como por hacer sentir su presencia. En ese sentido, lo que le sucede a la rica y boba protagonista, que al comienzo de la película miente y manipula a propios y extraños tan sólo para jugar con las personas, Mitch incluido, por su propio divertimento, recuerda a lo que dice Mark Fisher en “K-punk o el discontinuum del art pop glampunk” respecto al hippismo como fenómeno masculino de clase media: “Eran hombres a los que se les permitía regresar a ese estado de infantilismo hedónico de Su Majestad el Ego, con mujeres a disposición para satisfacer todas sus necesidades”. Sólo que aquí es la socialité quien se comporta de ese modo, con lo cual simbólicamente desata el ataque de los pájaros, e incluso en algún punto de la película es culpada por otra mujer del pueblo de haber atraído la calamidad.
Se puede realizar una extrapolación más, para encontrar paralelismos simbólicos con la perplejidad de distintos tipos de élites (económicas, raciales, de género) en muy diversas partes del mundo, ante cambios de coordenadas tanto reales como simbólicas que, a la manera de los pájaros de Hitchcock, sacuden los cimientos del orden social que se asumía como natural. Así, la violencia discursiva y real contra grupos percibidos como pertenecientes a otro planeta sería una reacción de ultraje ante la entrada en escena (¡¿cómo se atreven?!) de lo previamente confinado al yugo, los márgenes o el armario, sin jamás preguntarse con al menos un poco de reflexividad, qué podría haber provocado dicha irrupción. Pues, al igual que las familias blancas y respetables de Bodega Bay, lo único que se anhela es la restauración del orden simbólico perturbado por la llegada de los pájaros, sin el asomo de la idea de que entre mayor sea la incomprensión y la violencia para deshacerse de ellos, probablemente más incisiva será su irrupción en ese orden que se pretendería restaurar.