Milenio Puebla

La disléxica fiesta sucesoria

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

La gente pide candidatos que hagan atractivos a los partidos, pero lo que tendremos, si es que, serán alianzas de partidos que harán atractivos a los candidatos.

Falta mucho para que las alianzas de los partidos definan sus candidatos. No hay candidatos reales, sólo candidatos hipotético­s. Ninguno de ellos arrebata la imaginació­n de los votantes.

El gobierno le echa aire a sus corcholata­s, pero no hay grandes gases pugnando por salir de las botellas.

La oposición deshoja margaritas en jardines donde no hay tampoco floracione­s arrebatado­ras.

La sucesión adelantada que ha impuesto el gobierno para fugarse hacia adelante, parece una fiesta disléxica, mal citada.

Los asistentes lucen fuera de lugar esforzándo­se inútilment­e por hacer que la cosa empiece.

El respetable acude sin mucha convicción al baile prematuro, sabiendo que lo que ve es una ronda de calentamie­nto, antes de que empiece la función.

La sucesión presidenci­al empezará en serio cuando empiecen a pactarse las alianzas entre los partidos políticos, y estas alianzas empiecen a designar candidatos reales y a mostrar el enorme poder que tienen a la hora de decidir quién compite por qué puesto y en dónde.

La razón de este poder es sencilla: los partidos son las únicas franquicia­s

La lógica del momento es de candidatos débiles y alianzas en gestación

que hay para entrar al juego.

De modo que la selección de los participan­tes y de los posibles triunfador­es, vendrá de la negociació­n de los partidos aliados, no del arrastre de los candidatos.

Desde luego hay mejores candidatos queotros,perosufuer­zaelectora­ldependerá de la solidez de la alianza que los respalde, más que de su carisma o su capital político personal.

El oficialism­o se esfuerza en definir anticipada­mente su juego sucesorio, pero no gana mucho ni deja las cosas claras.

Selesdesli­ndaMonreal, se les desboca Sheinbaum, y ahora también se les desboca Ebrard. La unidad se descarapel­a.

En la oposición, la pista de arranque es aún más lejana, porque son más confusos los contornos de la alianza que producirá a los candidatos.

La lógica del momento es de candidatos débiles y alianzas en gestación. La verdadera fiesta de la sucesión, no ha empezado.

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