Informar bajo fuego
México continúa siendo el segundo país en el mundo más peligroso para ejercer el periodismo y, de acuerdo con la Unesco, 86% de los homicidios cometidos contra las personas pertenecientes a este gremio jamás se resuelven.
La organización Artículo 19 ha documentado, además, que seis de cada diez agresiones contra periodistas tienen a un funcionario cooptado por el crimen como autor intelectual.
¿Cómo informar bajo fuego? Esta fue una de las preguntas conversadas durante la Bienal de periodismo celebrada la semana pasada en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Muchas personas pertenecientes a la generación que comenzó a ejercer el oficio hacia finales de la década de los 70s se formaron en los conflictos de Centroamérica, destacadamente en Nicaragua y El Salvador.
Lo sucedido ahí fue una guerra civil y por lo tanto las y los corresponsales debieron someterse a protocolos de seguridad previstos por el derecho internacional para esta circunstancia precisa.
Hoy México no se encuentra en guerra civil, pero comparte elementos de horror similares a otros países, como Siria, que sí lo están.
Tambiéneselsegundopaís,enelmundo, con mayor número de niñas, niños y adolescentes asesinados, se encuentra entre las naciones con la cifra más alta de personas desaparecidas y lo mismo, ocupa el segundo lugar en el continen
Hoy México no se encuentra en guerra civil, sin embargo...
te americano respecto al feminicidio.
Aunque el gobierno no se atreva a reconocerlo, en coincidencia con la definición del Comité Internacional de la Cruz Roja, el país lleva varios años enfrentando un “conflicto armado no internacional” que es la causa principal de su violencia.
La disputa entre las fuerzas constitucionales del Estado y los grupos armados, mayoritariamente paramilitares, tiene en crisis a por lo menos 40% del territorio. Ese mapa corresponde a la misma geografía donde, entre otros hechos, se asesinan periodistas, se mata a la infancia, desaparecen personas y ocurren feminicidios. Zoom: No hemos sido capaces de nombrar a esa violencia crónica por su nombre y por tanto ni el Estado, ni los medios, ni los profesionales del gremio hemos asumido que, en México, informar bajo fuego debería implicar garantías y protocolos de seguridad relativos a la cobertura periodística de un conflicto armado interno.