Supremacistas de la moral
El embate anti taurino se ha manifestado esta semana por dos vías: la civil y la criminal. La primera, con una nueva suspensión provisional de la actividad taurina en la Alcaldía Benito Juárez, ordenada por una jueza federal. La segunda, con la violenta irrupción de grupos subversivos que agredieron a los aficionados a la tauromaquia durante la corrida de reapertura en la Plaza México.
El fondo del tema taurino está lejos de resolverse, eso ocurrirá hasta determinar la constitucionalidad o no de la fiesta brava. Mientras tanto, es una actividad lícita que cuenta con la venia de la Suprema Corte de Justicia, con la revocación de un amparo previo que mantuvo casi dos años cerrada la plaza de toros más grande del mundo.
Tras la nueva suspensión provisional, la empresa de la Plaza México impugnó inmediatamente a través de un Recurso de Queja ante el Poder Judicial de la Federación y espera una resolución en término de 48 horas, para poder continuar con el serial de reapertura. Los antecedentes parecen favorables a la empresa y hay optimismo de poder llevar a cabo las corridas de aniversario programadas para el domingo 4 y el lunes 5 de febrero, que son los festejos que principalmente se ven amenazados por la premura del nuevo litigio.
Me gustaría pensar que la mayoría de los anti taurinos no están representados por los energúmenos que agredieron a niños y personas de la tercera edad el pasado domingo, aunque leyendo las reacciones llenas de estulticia en el estercolero de las redes sociales, tengo mis serias dudas.
Adentro de la plaza había casi 50 mil aficionados a la tauromaquia, que se manifestaron pacíficamente a favor, pagando alguna de las encarecidas localidades. Afuera, a unos metros, un grupo no mayor a 200 personas, se manifestaba violentamente en contra.
Llama la atención que quienes protestan en contra de la violencia, en este caso, supuestamente hacia los animales, hayan recurrido a la agresividad para darse a notar.
Ya no es solo el fanatismo político, deportivo o religioso, ahora nos enfrentamos a los fanáticos del supremacismo moral, en este caso del animalismo, o más bien, pseudo animalismo, que se concibe a sí mismo como dueño de la visión correcta sobre este asunto, desdeñando los valores tradicionales de cada región del mundo.
Los taurinos no pretendemos obligar a nadie a ir a las plazas de toros y aficionarse a la fiesta, si acaso, incidimos en esa pasión que se transmite de generación en generación, de padres a hijos. En cambio, la intransigencia de los antis, sí reclama que sólo su forma de pensar sea tolerada y busca conculcar la libertad de los demás pasando sobre sus derechos.
Del resto: el toro chico y descastado, el armado de los carteles, la reventa, el precio de los boletos… y demás abusos que sufren los aficionados, la empresa y el sector taurino se han encargado de ir por el estoque de cruceta sin necesidad de involucrar los vacuos movimientos anti taurinos.
Los taurinos no pretendemos obligar a nadie a ir a las plazas de toros y aficionarse a la fiesta