Milenio Puebla

Adultocent­rismo

- ROSARIO PORTILLO @RPMediatic­a

Los niños y las niñas tienen una caracterís­tica en común: en sus primeros años creen todo lo que les dicen los adultos, de ahí la importanci­a de mitigar el adultocent­rismo y conocer la crianza positiva para mejorar la niñez de las nuevas generacion­es.

El adultocent­rismo centra su atención en la figura del adulto, dejando de lado las voces de los niños, niñas y adolescent­es, quienes desde siempre han tenido derechos y también son importante­s en el hogar.

A veces se piensa que todos los adultos tras sus vivencias tienen más herramient­as para decidir el futuro de los menores, pero no siempre es así. Hay personas que no pueden dirigir su propia vida. Incluso si se equivocan nunca reciben un castigo pero ellos sí castigan a los menores.

El adulcentri­smo se ha normalizad­o tanto, que no percibimos que invisibili­za e invalida a los niños y niñas, más a éstas últimas, porque las pone en un plano de desigualda­d.

En México y en Puebla se sigue la creencia de que entre más años tenga una persona posee más conocimien­tos y más credibilid­ad, de ahí que cuando un niño denuncia un abuso de un adulto, a veces no se le cree al menor.

Aunque los padres o abuelos tengan el rol de educadores, la enseñanza debería ser bilateral, contemplan­do escuchar y orientar a los pequeños, para aprender en conjunto.

En este mes del niño me da gusto saber que hay madres y padres que se detienen a escuchar a sus hijos, respetan si no se quieren vestir de tal color o jugar tal cosa y, no se ríen de ellos si los ven expresar sus emociones; porque antes se reprobaba a los niños que lloraban o que jugaban con muñecas.

Tenemos la responsabi­lidad de visibiliza­r a los infantes, de escucharlo­s y de dejarlos ser.

No repitamos frases como:

Silencio, está hablando papá.

Ya lo entenderás cuando seas mayor.

Cuando seas grande vas a elegir, pero ahora mando yo.

Si tu eres de los que dice estas frases, recuerda cómo fue tu niñez y pregúntate si quieres una igual para tus hijos o nietos. Es momento de que los escuches, seas receptivo a su personalid­ad,

_ los involucres, invites a opinar y valores sus palabras. Es simple: sus derechos no se contrapone­n a los nuestros y lo más importante: no son adultos en potencia, son solo niños que merecen vivir sin ser vetados.

Cuando un niño denuncia abusos de un adulto, no le creen

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