Se busca candidato: 24/7, para empezar y, al final, desprestigio asegurado
Nos quejamos de los politicastros pero, a ver, díganme cuál sería el gallo de ustedes —independiente, apartidista y toda la cosa— para ocupar la suprema magistratura de la nación. ¿Carlos Slim? Pues, parece ser que mucha gente sí que lo quiere de presidente de la República. Pero, el hombre no está interesado o, por lo menos, no ha dado jamás la menor muestra de querer meterse en tamaño brete. Entonces, ¿quién más? ¿Un cantante? ¿Algún intelectual inteligentísimo pero sin experiencia alguna para moverse en las enmarañadas oscuridades del poder? ¿Un científico de categórica honradez aunque desprovisto de ese carisma que tanto demandan las masas? ¿Un deportista protagónico y pendenciero? ¿Un médico bonachón? ¿Otro empresario, aunque sin los tamaños del antedicho Slim? ¿Un escritor? ¿Un académico teorizador de críptico lenguaje? ¿Un psicoanalista de exquisitos modos?
Esos hombres públicos que tanto satanizamos están ahí, en las alturas del poder político, porque el tema les apasiona, porque tienen la irresistible vocación de mandar y un gusto descomunal por la tarea de gobernar. Para ello, sacrifican gustosamente todo su tiempo y dedican absolutamente todos sus esfuerzos —mañana, tarde y noche— en alcanzar sus objetivos. Y son gente que, llegados al poder, dejan de tener vida personal y familiar: trabajan incansablemente, maquinan imparablemente sus intrigas palaciegas, vigilan sin descanso a sus enemigos reales o imaginarios, se cubren de manera constante las espaldas para conjurar posibles complots, en fin, casi no duermen ni descansan, y tampoco se permiten las más mínimas expresiones de espontaneidad porque cualquier atolondramiento, así de minúsculo y nimio como sea, les puede acarrear severas consecuencias frente a una población crónicamente indignada.
Pero, además, es justamente el ejercicio profesional de la política lo que los prepara para afrontar esas durezas. Quien no ha elegido voluntariamente ese camino, quien no tiene esa vocación particular (y una morrocotuda ambición personal), no está dispuesto a llevar esa vida ni le interesa. Así que, miren ustedes, al candidato independiente del mentado Frente Opositor, o como se llame, no lo van a encontrar a la vuelta de la esquina. Ah, y al final, terminará por ser igual de impopular. Pues eso.