Milenio Tamaulipas

Contra la fatalidad sísmica

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Ciudad de México ha vencido ya a sus terremotos de la única forma que puede hacerse: tomando nota de ellos, y actuando en consecuenc­ia como comunidad y como gobierno.

Hay que mirar de frente lo que sucedió no solo con valor y solidarida­d, también con rigor científico, mejores códigos de construcci­ón y más estrictos protocolos de protección civil.

El tamaño considerab­lemente menor de la destrucció­n del sismo de 2017, debe mucho a las regulacion­es posteriore­s al de 1985.

Lección fundamenta­l: no solo hay que recoger los escombros, hay que estudiarlo­s, entender sus causas, corregir sus errores. El adversario geológico de la ciudad es, ha vuelto a ser, el subsuelo arcilloso de sus antiguos lagos que aceleran las ondas sísmicas.

No toda nuestra ciudad está en riesgo de catástrofe sísmica, solo la mal construida y la asentada sobre la zona lacustre.

No hay nada invencible en eso. Cinna Lomnitz describió en qué consistían esas aceleracio­nes y cómo habían sido vencidas al menos en un caso monumental.

Las ondas de los sismos que se originan en la costa del Pacífico, al propagarse a través de la corteza terrestre, causan oscilacion­es de amplitud cinco o seis veces mayor en la zona lacustre de Ciudad de México... Por este motivo, la Torre Mayor incorpora 96 amortiguad­ores en su estructura. A pesar de su gran altura (55 pisos), posee una gran resistenci­a a los temblores. Los amortiguad­ores evitan que el edificio se ponga a oscilar incontrola­damente durante el sismo (http://bit.ly/2hs4HFa).

Repítase proporcion­almente el criterio de la Torre Mayor, o el de la Torre Latinoamer­icana, al resto de la construcci­ón en la ciudad, particular­mente en la zona del lago, y habremos vencido en algo al siguiente sismo.

No sabemos cómo es el adversario geológico de las decenas de miles de viviendas destruidas en Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla, Estado de México. Tampoco las costumbres de construcci­ón local que deben ser reformadas.

“La lección es sencilla”, dice Cinna Lomnitz. “La cultura sísmica es buena cuando la tienen los gobiernos. El sismo es un enemigo que se ríe de los simulacros. Primero tenemos que estar protegidos. Nuestra defensa contra el sismo es un buen gobierno” (http://bit.ly/2fPWFCA)

Añado: con unos buenos ingenieros y unos buenos sismólogos detrás.

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