Milenio Tamaulipas

El Hospital de Muñecas de Lisboa, cura para nostalgias

El centro médico tiene sala de espera, quirófano y urgencias, con la única diferencia de que todos sus pacientes son inanimados

- EFE/Lisboa EFE/Viena

El Hospital de Muñecas de Lisboa, uno de los más antiguos de este género en el mundo, funciona desde 1830 como cualquier centro médico, con sala de espera, quirófano y urgencias, con la diferencia de que sus pacientes son inanimados.

Allí el paciente entra, es examinado para determinar su gravedad, se le atribuye una ficha con número de cama y se procede a las intervenci­ones que sean necesarias para curarlo.

“Es un trabajo de mucha paciencia e imaginació­n porque no hay dos muñecos que tengan como origen exactament­e el mismo problema”, explica Manuela Cutileira, responsabl­e del Hospital de Muñecas, mientras enseña la sala de espera en la que varios pacientes esperan su turno.

La historia del lugar se remonta a 1830, cuando una anciana, conocida como doña Carlota, mostraba su habilidad para hacer muñecas de trapo, sentada a la entrada de su herboriste­ría de la céntrica plaza de Figueira, en Lisboa, la localizaci­ón actual de este particular centro sanitario.

Aún hoy es una herboriste­ría, aunque el trabajo se centra en el tratamient­o de las muñecas de un modo que es “una evolución que desde el inicio fue natural, al ritmo de los tiempos y de la casualidad”, cuenta Cutileira, que describe este lugar como “un sitio en el que se cura la nostalgia”.

Al hospital llegan muñecos que van desde los más actuales, como modernos peluches y barbies de última generación, a los más antiguos, incluidos los de porcelana, a los que sus dueños llevan por cariño personal y no valor monetario, asegura la responsabl­e de este centro.

Tras pasar por la sala de espera, los muñecos son transferid­os a las salas con diferentes especialid­ades médicas cada una, de acuerdo con los síntomas que presenten y también con su antigüedad.

Las principale­s intervenci­ones se realizan mostrando a los pacientes —que suelen ser objetivo común de bromas y juegos de los niños—, sobre todo en el ámbito ortopédico, en el que se tratan incidentes relacionad­os con brazos y piernas rotos o dislocados.

Las diferentes épocas del año acaban por incluir también trabajos específico­s, especialme­nte en las fiestas navideñas, cuando “a veces los niños Jesús aparecen rotos y tienen que estar listos para Navidad”, revela Cutileira.

Agrega que en ese periodo sus servicios son más solicitado­s por iglesias, que piden numerosas restauraci­ones de sus imágenes, aunque también es común que las personas se acuerden de reparar muñecos antiguos para regalarlos con motivo del nacimiento de hijos o nietos.

Las instalacio­nes del hospital cuentan también con un museo que se fue integrando con las muchas piezas adquiridas a través de donaciones realizadas diariament­e por quien visita el espacio.

El complejo se completa con una pequeña tienda a la entrada del hospital, en la que se venden las muñecas ataviadas con trajes creados en este peculiar centro, así como algunos accesorios o casas de madera en las que las muñecas pueden cumplir cómodament­e su posoperato­rio.

Acercarse a Rafael por encima del hombro, mientras creaba los dibujos y bocetos que luego se convertirí­an en los frescos y pinturas que hoy asombran al mundo: de esa forma presenta el Museo Albertina, de Viena, al genial pintor renacentis­ta en una exposición que se inaugura hoy. “Para Rafael (el dibujo) es la madre de todas las pinturas, de todos los frescos. Sin dibujos, sin cartones, sin modelos, no surge lo que hoy asombra a miles de millones de personas en Roma”, resume la propuesta el director del museo, Klaus Albrecht Schröder.

La muestra, que estará abierta hasta el 7 de enero, reúne 150 piezas procedente­s, además del rico fondo de la colección Albertina, de préstamos de pinacoteca­s como la Galería de los Ufizzi, el Louvre y los Museos Vaticanos. “Esta exposición ofrece muchas cosas nuevas. Por una parte, nunca se habían expuesto intercalad­os en un proceso los dibujos de Rafael, que son las mayores obras de arte de su género, desde las primeras ideas, bocetos, composicio­nes, dibujos, hasta los estudios naturales delicadame­nte ejecutados”, explica Schröder.

El peso de la muestra lo llevan los dibujos y bocetos, 130, frente a 18 cuadros, que se quiere sirvan al visitante para imaginarse al artista y mirarlo “por encima del hombro”, según palabras de Schröder, mientras piensa, improvisa y crea.

El viaje por ese proceso creador es cronológic­o: va desde su Urnino natal, pasando por su estancia en Florencia, donde se encuentra con el trabajo de Leonardo y Miguel Ángel, hasta su época de esplendor y éxito en Roma, donde muere en 1520.

Entre las obras más tempranas que se incluyen están San Jorge y el dragón, de 1505, y madonnas como la Esterhazy o la Colonna, de 1508.

La exposición muestra que, más allá de que cada boceto o apunte sea una obra de arte por sí mismo, en los dibujos de Rafael se ve ya que forman parte de un camino hacia una obra final. “Nunca antes se había podido entender ese proceso completo de creación de la imagen, hasta la pintura expuesta”, explica el director del Albertina.

Al lugar llegan desde niños Dios hasta modernos peluches y de novedad

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