La vida sin los arquitectos sería aburridísima, dice el ingeniero Óscar de Buen
Ha enriquecido el patrimonio inmueble de México y lo ha salvaguardado: Lidia Camacho
Juan José Zamarrón de León (Oaxaca, 1965) consideró que lo peor que un artista puede hacer es encerrarse en su estudio y no mirar lo que está ocurriendo en la calle. Por eso su obra, argumentó, no está comprometida políticamente, pero sí con la participación social en la vida pública, porque es desde ahí que cada uno puede modificar su entorno.
“Si señalamos con el dedo aquello con lo que no estamos de acuerdo y qué es lo que queremos modificar, creo que podemos conseguirlo;
Una gran cantidad de figurillas antropomorfas y tiestos de arcilla fina, obtenidas durante dos temporadas de investigación en la Zona Arqueológica de Jonuta, en Tabasco, ha arrojado luces sobre las características y el rol social que tenía la mujer en esta antigua ciudad, a partir de la vestimenta y las modificaciones corporales que presentan.
Como resultado de dos temporadas de excavación realizadas en años recientes por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en ese sitio arqueológico, cuya ocupación se dio entre los años 600 y 1000 d.C., de acuerdo con estudios de carbono 14, se ha logrado compilar una gran cantidad de piezas que fueron pero si nos hacemos a un lado y nos vamos a descansar, si abandonamos lo público, nunca podremos modificar el entorno que nos disgusta”, explicó.
Este lunes se inauguró una muestra de su trabajo en la Asamblea Legislativa que lleva por título Invitación a la fiesta (que 20 años es nada), en la que expone una parte de una colección de cincuenta y dos pinturas que se llama Mis años en México ¿imágenes ajenas?
En esta colección, Zamarrón de León reflexiona sobre la vida política de las tres últimas décadas del siglo pasado: “El proyecto analizadas en los últimos años por la arqueóloga Miriam Judith Gallegos Gómora.
Los resultados obtenidos de dichos estudios, así como la revisión de la colección de figurillas del Museo Arqueológico Omar Huerta, en Jonuta, fueron presentados durante el ciclo de conferencias Cuchcab: una visión de los mayas precolombinos, organizado en la Dirección de Estudios Históricos del INAH.
Miriam Gallegos, titular del Proyecto Arqueológico Jonuta, señaló que se analizaron alrededor de 200 piezas completas, más una cantidad semejante de fragmentos con representaciones antropomorfas de la antigua población de Jonuta, tanto gente común como personajes de élite.
A las mujeres del pueblo, indicó, consistía en seleccionar un tema para hablar sobre él, y buscar imágenes que correspondieran o me ayudaran a presentar ese tema y así como algún texto en el periódico, o alguna referencia en la música o en el cine o en la literatura”.
Esta serie está compuesta, en su totalidad, con piezas de óleo sobre tela de las cuales algunas tienen aplicaciones de cera encima. El pintor oaxaqueño construyó los bastidores y preparó por sí solo todo el material. Además resaltó que un detalle muy significativo de las obras son las líneas gruesas de pintura que dejó, así como algunos puntos que terminan en pico: ese detalle está hecho con los tubos de óleo para conseguir que los colores que son tan vibrantes, así como las texturas hagan sentir que la imagen sale del cuadro. Además uno de sus trabajos contiene letras de la banda Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio.
En la inauguración estuvieron presentes Laura Hernández García, militante del partido Movimiento Ciudadano; el presidente de la Fundación Cultura en Movimiento, Arturo Sánchez Meyer, y el diputado Armando López Campo. La exposición permanecerá hasta el 22 de diciembre en el vestíbulo de la Asamblea Legislativa (Plaza de la Constitución 7, frente al Zócalo). se les representó en actividades como el cuidado y la protección de los niños y labores domésticas como la preparación de alimentos y la crianza de animales.
En tanto, las figurillas femeninas de élite estaban asociadas con actividades rituales; destaca la pieza denominada La señora de Jonuta, la cual posee un tocado que cae sobre el hombro, portaorejeras y un lienzo sujeto desde las axilas hasta el tobillo, con el brazo izquierdo cruzado a la altura del vientre.
Otras piezas frecuentes en el registro fueron las oradoras, conocidas así por su posición con los brazos en alto hacia arriba y un atuendo compuesto por falda larga, orejeras y ocasionalmente brazaletes.
Estos homenajes me gustan mucho, los agradezco a todos, pero me sorprenden: me huelen un poco a homenaje prepóstumo, expresó el ingeniero estructuralista Óscar de Buen López de Heredia (1925), minutos antes de recibir la Medalla Bellas Artes de manos de Lidia Camacho, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Ante una sala llena de familiares y amigos, De Buen, desbordando un gran humor, dijo creer que le daban “la Medalla Bellas Artes por su labor en la arquitectura ya que un buen número de arquitectos están reconociendo precisamente su obra arquitectónica como una de gran nivel”.
Al hacer uso de la palabra, justo al final del homenaje, manifestó que “el hombre miente mucho, pues sí, aquí se han dicho muchas mentiras sobre mí, pero las agradezco, en particular al jurado que me eligió: todavía no sé por qué, pero bueno, me dan la Medalla Bellas Artes a mí”.
Entre bromas y risas, precisó que durante este homenaje no se habló del papel “que hemos desempeñado en el despacho, así como en la revisión y recuperación de muchos edificios importantes, como el de Bellas Artes, el Correo Central, el Banco de México y la Columna de la Independencia”.
Indicó que siempre se ha llevado muy bien con los arquitectos, aunque discuta con ellos. “En el proyecto de un edificio la voz cantante la lleva y la debe llevar el arquitecto, es el que hace el proyecto general y el que controla a un grupo de especialistas que contribuyen a materializar la obra o el proyecto. Pero el arquitecto se apoya en mucha gente. Yo siempre he pensado que los arquitectos me han hecho pasar muy malos ratos, pero que la vida sin ellos sería aburridísima. También he pensado que los arquitectos no pueden vivir sin los ingenieros; en cambio, los ingenieros sí podemos vivir sin los arquitectos, aunque haríamos puros edificios horrorosos”.
Destacó que, ahora con la tendencia arquitectónica moderna, la importancia del ingeniero estructural se vuelve cada día y cada vez más grande.
En el homenaje al ingeniero, Lidia Camacho, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, manifestó que es un reconocimiento a la trayectoria profesional del ingeniero de Buen, durante la cual no solo ha enriquecido el patrimonio inmueble de México, sino que ha contribuido de manera cabal a salvaguardarlo. “En siete décadas de ejercicio, las soluciones estructurales del ingeniero De Buen han sido fundamentales para el desarrollo y la materialización de los ideales creativos de varias generaciones de arquitectos”.
La comunidad de arquitectos distinguen en él cualidades inapreciables de solidez técnica, sensibilidad estética y respeto a las propuestas arquitectónicas de sus creadores, así como a un espíritu dispuesto al trabajo interdisciplinario. El prestigiado despecho Colinas de Buen ha sido protagonista en la construcción del México Moderno y Contemporáneo, pero también de la preservación de nuestra memoria; entre sus logros se cuentan los estudios para la restructuración de edificios tan importantes y tan emblemáticos como el Palacio Nacional, el Palacio de los Deportes, la Columna de la Independencia, entre muchos otros.
Las modificaciones corporales y vestimentas dan luces de su rol a los especialistas