Milenio Tamaulipas

Telefonía pública, en camino a la extinción

Compañías como Telemex han dejado de invertir en este segmento por no considerar­lo rentable, provocando que el número de casetas telefónica­s bajara 18% en un par de años

- Susana Mendieta/México

Al cierre del tercer trimestre de 2017 el número de líneas de telefonía pública (casetas), según cifras del Instituto Federal de Telecomuni­caciones (Ifetel), era de 833 mil 738, cifra 1.5 por ciento inferior en comparació­n con el mismo periodo de 2016, cuando la suma era de 834 mil 398.

Dicha cifra demuestra, a decir de los analistas, el claro declive en este servicio, el cual no ha logrado encontrar el modelo de negocio adecuado, pues si la cifra del tercer trimestre de 2017 se compara con el mismo periodo de 2015, cuando se reportaban un millón 17 mil 474 líneas de telefonía pública, la reducción es aún más grave (18 por ciento).

En 2016, cuando la telefonía pública comenzó a decaer, los operadores que tenían concesión para ofrecer el servicio propusiero­n un nuevo modelo para tratar de rescatar sus negocios, tener la oferta de conectivid­ad a internet y utilizar los espacios como escaparate­s para la publicidad, lo que hasta la fecha no ha dado los resultados esperados.

A decir de Jorge Bravo, especialis­ta de la firma consultora Mediatelec­om Policy & Law, la telefonía pública en México ya no es negocio importante, e incluso está en muy malas condicione­s debido a que los operadores ya no están invirtiend­o en ella.

“Los actuales operadores están buscando alguna forma de usar esa infraestru­ctura, pero desafortun­adamente se necesitarí­a, tal vez, estar financiado por la publicidad para dar acceso a wifi de forma gratuita, o bien, recuperar los datos del cliente y ofrecerle algún servicio regalado”, dijo Bravo.

Agregó que ante una población que cada vez está más conectada y accede a banda ancha a través de su dispositiv­o móvil, es menor el número de personas que acuden a una caseta telefónica, e incluso los nuevos modelos que ofrecen conectivid­ad podrían ser atractivos y funcionar a largo plazo, pero es más un modelo temporal que conforme se incremente la conectivid­ad y exista más acceso a banda ancha, se utilizará cada vez menos.

De acuerdo con datos del Ifetel, al tercer trimestre de 2017 (cifras más recientes), Telmex contaba con 65.8 por ciento del total de las líneas de telefonía pública, seguido de Telefónica, con 16.3 por ciento; en tanto, la firma BBG Comunicaci­ón cuenta con 11.3 por ciento y Logitel con 4.2 por ciento; el 2.4 por ciento restante está repartido entre las empresas más pequeñas que ofrecen el servicio.

En otros países la telefonía pública sí ha logrado permanecer y mantenerse en buenas condicione­s, comentó Bravo, pues por ejemplo, en Reino Unido, donde están las famosas cabinas telefónica­s de color rojo, ahora se están usando, como HotSpot o puntos de conectivid­ad. “La diferencia con Reino Unido es que puede ser atractivo, por ejemplo, para turistas, dado que contratar un plan o utilizar el roaming es caro: sin embargo, a ellos se les ofrece otros servicios como el acceso a algún restaurant­e, o tomarse la selfie y retirarse después, es ahí precisamen­te donde cobran relevancia, pero esta es una ciudad que tiene esas caracterís­ticas y en México no se ha explorado esa modalidad turística, quizá porque la población aquí si se podría conectar pero no ha sucedido”, dijo Bravo. Explicó que en Reino Unido las empresas a cargo de la telefonía pública son una especie de operadores virtuales, los cuales contratan capacidad de banda ancha y la ofrecen a los usuarios que se conecten y mediante la descarga de publicidad o la recopilaci­ón de datos es como sostienen su modelo de negocio, mientras que a los operadores tradiciona­les no les interesa ese esquema porque ya tienen sus clientes. El especialis­ta aseguró que lo que en México está limitando el negocio de la telefonía pública es el crecimient­o en el acceso a los móviles, aunado al hecho de que para los usuarios ya no resulta atractivo acercarse a una caseta telefónica y hacer una llamada con monedas. A lo anterior se une que las casetas se encuentran en un estado deplorable, donde incluso se observan equipos sin bocina, lo que da una muy mala imagen, además que el operador que tiene el mayor número de casetas es Telmex, empresa que ha dejado de invertir porque es un un servicio que no le resulta rentable. “Aun con todo lo anterior, espero que la telefonía pública no desaparezc­a, pues es un medio que puede ser muy útil en caso de desastres naturales, como los terremotos, porque al final, si falla la telefonía móvil o la fija y se cae, el internet y las casetas públicas pueden ayudar a hacer llamadas de último momento”, dijo. Una larga tradición La historia de la telefonía pública se remonta a 1960, año en el que se instalaron las primeras 10 casetas en la Ciudad de México como respuesta a la creciente necesidad de la población por comunicars­e con sus familiares y el compromiso del gobierno.

Posteriorm­ente, durante el terremoto de 1985, al haber resultado dañadas miles de líneas domiciliar­ias, Telmex (aún propiedad del Estado) suspendió el cobro de los teléfonos públicos de alcancía en la capital del país con el fin de ayudar a que la población se mantuviera comunciada ante tal catástrofe natural. Informació­n de la extinta Asociación Mexicana de Operadores de Telefonía Pública indicaba que para 1987, la empresa instaló teléfonos públicos de alcancía con teclado de marcación y un microproce­sador digital, mismos que ofrecieron diversos servicios de comunicaci­ón de larga distancia, como Lada 91, 95 y 98. Estos equipos funcionaba­n con monedas de 50, 100 y 200 pesos, fueron instalados en lugares estratégic­os como aeropuerto­s, terminales de ferrocarri­l, autobuses, hospitales, centros comerciale­s, universida­des y unidades habitacion­ales, entre otros. Al funcionar dichos aparatos con monedas, eran altamente expuestos al vandalismo, por lo que en 1988 la empresa se enfrentó a la afectación de 50.6 por ciento de sus teléfonos públicos, cuyo costo de reparación ascendió a aproximada­mente mil 647 millones de pesos.

En ese mismo año, los aparatos de telefonía pública incorporar­on dos nuevas modalidade­s de pago, el uso de tarjeta de crédito (Ladamático), larga distancia por cobrar a Estados Unidos o pago de servicio mediante una tarjeta de crédito con asistencia de una operadora extranjera que se conoció como USA Direct.

Entre 1994 y 1995 había casi 40 mil aparatos de telefonía pública, de los cuales, 11 mil 360 eran Ladatel Plus, lo que marcó el inicio de la introducci­ón del sistema de comerciali­zación de tarjetas con chip, conocido como Ladatel, que incluía un sistema de comerciali­zación de tarjetas con chip, con lo que además, se limitó el vandalismo a estos aparatos.

Como dato curioso se puede mencionar que poco tiempo después de haberse iniciado la venta de tarjetas telefónica­s, se estableció una estrategia comercial que consistía en que 70 por ciento de las mismas tuvieran imágenes impresas para difundir las artes y la cultura de México y únicamente 30 por ciento se utilizara con fines publicitar­ios.

Para 1996, la extinta Comisión Federal de Telecomuni­caciones (Cofetel) reportaba 217 mil 835 casetas telefónica­s en todo el país, mismas que alcanzaron las 282 mil 568.

Para ese año, había una densidad de 2.4 aparatos de telefonía pública por cada mil habitantes, lo que aseguraron, “fomentaba mejores oportunida­des de comunicaci­ón para miles de mexicanos que no contaban aún con una línea telefónica en su domicilio”.

En 1997, la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s (SCT) dio los primeros permisos a compañías ajenas a Telmex para dar el servicio de telefonía pública. Para ese año, había en el país más de 800 mil casetas instaladas, según datos de aquel entonces de la Cofetel.

En tanto, cifras de enero de 2008 de la Asociación Mexicana de Operadores de Telefonía Pública, 55 por ciento de las llamadas se realizaban desde teléfonos públicos hacia celulares y 45 por ciento hacia líneas fijas.

En ese mismo año había 20 permisiona­rios, los cuales habían instalado 125 mil casetas, con una inversión de 200 millones de dólares, y la Cofetel estimaba que en la Ciudad de México había aproximada­mente 40 casetas por cada 10 mil habitantes, pero en estados como Tabasco apenas se alcanzaban 10 teléfonos públicos por cada 10 mil ciudadanos.

Para 2001, nuevamente la asociación reportaba alrededor de 300 mil teléfonos públicos, de los cuales 83 por ciento pertenecía­n a Telmex, 6.6 por ciento eran subsidiado­s por el gobierno y el resto eran operados por las empresas independie­ntes.

Actualment­e además de Telmex, empresas como Alta, Logitel, BBG Comunicaci­ón y Radiocel, aún se mantienen en el mercado; sin embargo, otras como Maxcom, ya le han dicho adiós a este negocio, luego de que en 2015 concretara la venta de esta división.

“Espero que la telefonía pública no desaparezc­a, es un medio que puede ser muy útil en caso de desastres naturales, como los terremotos”: especialis­ta

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ESPECIAL Antes de los celulares, las personas hacían filas para llamar por teléfono.
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