“El mejor hombre perdió”
En los meses posteriores al término de la llamada Guerra del Golfo, el entonces presidente estadunidense George W. Bush, llegó a tener niveles de aprobación del orden de 80%. Sin embargo, apenas poco más de un año después, a fines de 1992, perdería la reelección, en parte por la recesión económica, en parte por la impopularidad de su vicepresidente Dan Quayle y también por la participación en la contienda del empresario Ross Perot. Claro, también por la estrategia electoral de aquel dúo que parecía predestinado para gobernar 16 años, Clinton-Gore. En ese contexto, su esposa Bárbara Bush se limitó a decir “el mejor hombre perdió”.
En efecto, las elecciones no siempre las ganan “los mejores hombres” o los más y mejor preparados. Vaya, ni siquiera los que harían mejor gobierno. Todo indica que las ganan quienes interpretan mejor el sentimiento ciudadano, se apropian de él y lo refuerzan así sea sin escrúpulos de por medio, movilizando a sus adeptos a las urnas. En gran medida, es lo que parece explicar hasta el momento las preferencias electorales de cara a la elección de julio.
Para esta elección, el Presidente hizo que su partido optara por alguien de cualidades intachables y amplia experiencia gubernamental en ámbitos de gran relevancia: energía, relaciones exteriores, desarrollo social, hacienda. Difícilmente pudiera haber en el papel un candidato mejor preparado para la compleja tarea de gobernar un país que requiere progresar en el siglo XXI que Meade. Y, sin embargo, en lugar de que él haya podido trasladar sus atributos a su campaña y al partido que le abanderó, ha sido éste y el gobierno el que le han trasladado sus no pocos negativos. No sorprende entonces que, visto en un contexto amplio, Meade siga teniendo dificultad para conectar con el electorado.
Si 83% de la población cree que el país va por un rumbo equivocado en lo político y 77% considera lo mismo en lo económico; si la mitad de la población considera que la corrupción va en aumento y dos terceras partes no le cree nada al Presidente; si los sentimientos predominantes siguen siendo la preocupación y el enojo (66% entre ambos) sobre el orgullo y la esperanza (29% sumados), no hay manera que un mensaje de continuidad, así se presente como de “cambio pero con rumbo”, pueda permear en los ciudadanos (datos todos de la encuesta GEAISA de marzo 21).
Hay algunos capítulos en nuestra historia reciente en que puede decirse que “el mejor hombre perdió”. Cada quien tendrá sus ejemplos, pero pensemos en dos: Ortiz Mena frente a Echeverría, o Labastida frente a Fox. En ambos, los resultados posteriores fueron desastrosos. Al mejor preparado en esta contienda le queda ya muy poco tiempo para comunicar y conectar antes de que le sea demasiado tarde.