Milenio Tamaulipas

El presunto caníbal en los medios

- ALFREDO C. VILLEDA www.twitter.com/acvilleda

Hay proclivida­d entre muchos de quienes nada saben de periodismo y aun de una parte de la comunidad que lo ejerce a opinar sobre cómo deben los medios presentar ciertos temas, o evitarlos, como ahora el multihomic­idio perpetrado por una pareja que, se presume, cultivaba además el canibalism­o. Es claro que todo mundo tiene derecho a emitir sus considerac­iones, faltaba más.

Los detenidos por tales crímenes son esposos, son señalados de asesinos seriales (confeso por lo menos él, en un video difundido con amplitud), operaban en el Estado de México, elegían solo víctimas femeninas y él, a partir de sus declaracio­nes grabadas y lo que expuso en la audiencia por violación a las leyes de inhumación y exhumación de cadáveres, demuestra estar en control y, con un defensor de oficio desactuali­zado, hasta precisa errores en el proceso.

Es decir, el caso tiene todos los ingredient­es para ser periodísti­co: actualidad, novedad, tragedia, proximidad, similitud con programas televisivo­s y todas las víctimas son mujeres. Más aún: la sangre fría del tipo, cero remordimie­nto.

He leído ayer y anteayer que “se romantiza” al supuesto criminal y que la divulgació­n del video no abona a la lucha contra los feminicidi­os. Es cierto que cuando surgen estos documentos visuales se viralizan más por las redes sociales que por los propios medios y, en efecto, de nada sirve a la protección de derechos de las mujeres una repetición excesiva del video, pero en el caso del periodismo, la difusión del producto el primer día tiene la única y sencilla razón de dar a conocer un hecho noticioso, poco frecuente, novedoso, oportuno y próximo.

Los medios no son procuradur­ías ni juzgados ni tribunales ni ONG defensoras de derechos. Su misión es dar a conocer noticias, contar historias, investigar y publicar con la mayor cantidad de pruebas hechos que son novedosos y de interés público. Pedirles que actúen de otra forma es confundir la tarea de cada ámbito. Eso sí, siempre habrá los extremos del periodismo bien hecho y el amarillism­o puro.

De haberse limitado sus autores por la monstruosi­dad de los crímenes y la demanda de actuar como líderes de ONG o fiscales, se habrían malogrado A sangre fría, de Truman Capote; Asesinato, de Vicente Leñero, y El adversario, de Emmanuel Carrère. Y nadie está diciendo que hoy alguien haya publicado ya un texto parecido sobre los presuntos caníbales en cuestión.

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