El teacher... Vivir sin soltar la rienda de la información
Rara vez se puede escribir sobre los cincuenta años de trayectoria profesional de un reportero. Son tantos los que se quedan en el empedrado camino de las redacciones... o de la vida. 50 años son toda una vida, diría el cursi lugar común. Un reportero suma en ese lapso muchas vidas... y muchas muertes. Joaquín López-Dóriga no es un elemento más de un gremio que transita entre las intrigas, las paranoias, el poder y los egos. Todos, descarriladores. Es el mejor de su generación. Y diez lustros después, anda buscando notas; no los inevitables homenajes. No impone lo que él cree que debe ser noticia. No hace periodismo ‘de autor’. Busca, encuentra y da lo que es noticia cada día y se acabó. No inventa el hilo negro. Su constancia es irrebatible… y de la mano, el oficio que tiene, no de ahora que anda de aniversario: de hace muchos aniversarios. La rapidez mental, el sarcasmo a tiempo, la memoria, etcétera... eso es consecuencia del bagaje que se acumula haciendo lo que sabe hacer sin mayores pretensiones: ver la vida. Que le ha permitido encontrarse con Neruda, con Paz, con Fuentes, con García Márquez... o con Cantinflas, que lo invitaba a comer a su casa. Para hablar en serio. Sobreviviente a un cáncer de colon que le detectaron en 1993, hay muy poco que platicarle a un reportero que ha buscado una y otra vez el camino de los aciertos y se ha salvado, una y otra vez, con humildad sus errores. De sus malas tardes... o de sus largas noches. Oportunidades para rendirse, todas; no ha tomado ninguna. Empieza de nuevo todos los días… y siempre resurge. Reportear 50 años... vivir sin soltar la rienda... le permiten hoy ser el que es. Y ponerse los calcetines que quiera. (… versión completa en milenio.com).