¡Avance! Gobernadores o viene-viene
Nos cuenta mi compañero Abraham Reza la historia de gobernadores a los que les urge sacarse de encima el problema de la caravana de migrantes. Avanzan rápido los migrantes. Los gobiernos estatales les ponen camiones que los suben llegando a la entidad y los bajan en la frontera. El gobierno de Jalisco dispuso para su traslado siete autobuses que los llevaron de Guadalajara hasta el Arenal, un municipiofronterizo con Na yarit ... es decir, los bajaron en la frontera del estado. De ahí, a caminar. La generosidad del gobierno de Jalisco se acabó donde acaba Jalisco. Caminando hasta Ixtlán del Río, 37 kilómetros, unas 5 horas. Llegando a Ixtlán, igual, o peor. El gobierno puso autobuses para trasladar a las familias, los demás en camiones de volteo, total. ¿Hasta dónde? Hasta la frontera con Sinaloa para que ya sean lío de otros. Ahí duermen en un albergue. Hoy, informa Abraham, el estado les pondrá camiones para que los lleven en la frontera con Sonora… Hasta ahí. Oigan, señores gobernadores y gobierno federal… un día solo habrá una frontera donde acumularlos. Debo reconocer que en Ciudad de México al menos no los corrieron. Les dieron un par de semanas para decidir, descansar, pensar, recibir ayuda y orientación; dieron acceso a organizaciones
En CdMx no corrieron a los migrantes, les dieron ayuda en dos semanas
de derechos humanos para atenderlos. Los otros gobernadores andan urgidos de verlos irse de sus estados. Ayer, muchos de ellos ya pensaban instalarse en alguno de esos puntos para esperar a los que vienen detrás de ellos. Pero más allá de eso, irremediablemente toparán los migrantes con una frontera donde no habrá más camiones. Una frontera donde ayer los estadunidenses ponían alambre de púas para reforzar las bardas que ya existen. Llevamos semanas en este drama, en esta crisis humanitaria. Los acelerados ciclos noticiosos hacen que la caravana, es decir los miles de seres humanos en situación de emergencia ocupen cada vez menos espacio en diarios, portales y noticieros. Y no hay solución previsible. No hay decisiones ni acciones contundentes. Ya se acumularán en la frontera. Ya se toparán con la furia de Donald Trump.