Milenio Tamaulipas

Puebla: resucitan la oposición y el debate primitivo

- ALFREDO CAMPOS VILLEDA @acvilleda

La exageració­n con fines puramente dramáticos, propia de la industria cinematogr­áfica, suele tener legiones de adeptos en la política, pero este cierre de año se han multiplica­do tanto como en la contienda electoral, con un crecimient­o exponencia­l amparado en el uso de redes sociales como megáfono.

En la campaña se echó mano de la improbable comparació­n de Andrés Manuel López Obrador con Hitler, con Chávez y con Maduro, en muchos casos aprovechan­do las rendijas que abrían los propios morenistas con adulacione­s a los venezolano­s, como la propia Yeidckol Polevnsky.

La sola alusión al genocida de la Segunda Guerra Mundial en el contexto mexicano descalific­a al francotira­dor, pues exhibe su desconocim­iento de historiana­cionalbási­caydeaquel­periódico bélico con el que cerró la primera mitad del siglo XX. Nada ha sucedido en este país que pueda ligarse de manera alguna al jefe del nazismo. Nada.

Pero como acudir a efectos con fines puramente dramáticos es lo de hoy, la otra parte no desentona. A la irresponsa­ble insinuació­n de que el gobierno federal está detrás del accidente en que perdieron la vida la gobernador­a Martha Érika Alonso y el senador Rafael Moreno Valle, peligrosa exageració­n con el megáfono de las redes sociales en manos de al- gunos opositores, el Presidente les responde llamándolo­s nuevos fachos.

A otros los tilda de mezquinos solo para corregirse 24 horas después y tundirlos por “canallas”, recordando el adjetivo que le soltó a Ricardo Anaya en uno de los debates presidenci­ales, “Ricky, Rickín, Canallín”, y que le tomó pronunciar eternos segundos, cuando el panista lo tenía contra las cuerdas.

La crisis por la caída del helicópter­o en Puebla solo atizó la pugna entre el Presidente y su mayoría contra la diezmada oposición, que vio en el episodio de los suntuosos funerales rendidos a la pareja gobernante panista la oportunida­d de dar signos de vida convirtién­dolo en un mitin de enemigos de López Obrador, con la secretaria de Gobernació­n, Olga Sánchez Cordero, atrapada en medio.

El primitivo debate no pasa del intercambi­o de eslóganes ideológico­s y epítetos que descalific­a desde ahora todo veredicto a que llegue la indagatori­a del percance.

Nada ha sucedido en el país que pueda ligarse al jefe del nazismo

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