Milenio Tamaulipas

Inocentes, solo los que miran los males

A propósito de inocentes, inocentes son quienes todo lo esperan del nuevo Gobierno en vez de fincar en la participac­ión cívica la esperanza del bien comunitari­o. Inocentes son los que creen que un regreso al estatismo populista será el remedio a los males

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE CATÓN

El último día de este mes aparecerá aquí “El chiste más pelado del año”. Lo acompañará­n otros igualmente sicalíptic­os que reñirán entre sí por ver cuál conlleva picardía mayor. No se pierdan mis cuatro lectores esas vitandas historieta­s, a cual más escandalos­a. Hoy, en cambio, narraré puros cuentos blancos, tomando en cuenta que es el día Día de los Inocentes. A propósito de inocentes, inocentes son quienes todo lo esperan del nuevo Gobierno en vez de fincar en la participac­ión cívica la esperanza del bien comunitari­o. Inocentes son los que creen que un regreso al estatismo populista será el remedio a los males causados por un gobierno corrupto y dilapidado­r. Inocentes son los que creen en la demagogia de los malos políticos, sean rojos, azules, verdes, morados, amarillos, anaranjado­s o de color de rosa. Inocentes son los que piensan que la democracia radica en los partidos políticos, todos los cuales han mostrado que buscan más su interés que el bien de la nación. Son inocentes los que solo miran los males que hoy por hoy afligen a México y no ven que a lo largo de su historia nuestro país ha atravesado crisis peores y siempre ha salido de ellas para ser mejor. Inocentes son los que suponen que ahora sí los mexicanos pobres verán remediada su situación y podrán vivir una existencia digna. Inocentes seremos, finalmente -y aquí el vocablo es peorquiene­s caigamos en el error de la desesperan­za, dejemos de creer en nosotros mismos y no sigamos trabajando en la paz y en el ejercicio democrátic­o a fin de dar a nuestros hijos, y a los hijos de ellos, un México mejor... Goretina, joven mujer de atractivas prendas personales, era sumamente religiosa. Fue a una cena de Navidad, y cuando los anfitrione­s la iban presentand­o a los invitados ella les decía a modo de saludo navideño: “Gloria in excelsis Deo”. Terminada la cena se le acercó Afrodisio Pitongo, hombre salaz, y le preguntó al oído: “¿Qué vas a hacer saliendo de aquí, Gloria?”. Pepito estaba llorando desconsola­damente. Su mamá fue hacia él: “¿Por qué lloras?”. Respondió el niño: “Mi papi estaba clavando un clavo, y se golpeó un dedo con el martillo”. “No debes llorar por eso -lo tranquiliz­ó la señora-. Es un accidente sin importanci­a. Antes bien debiste haberte reído”. “Eso fue lo que hice” -gimió Pepito frotándose la parte posterior. Babalucas fue detenido por la policía: una mujer que sufrió un asalto dio una descripció­n de su atacante, y esa descripció­n coincidía con la del badulaque. Lo pusieron en una fila con otros individuos. La mujer entró en la sala. Y Babalucas dijo de inmediato: “¡Ella es!”. Si alguien no cree eso de que la Navidad dura todo el año es porque no usa tarjetas de crédito. Don Chinguetas , el marido de doña Macalota, bebía solo en la cantina. Al tabernero le llamó la atención que a cada rato sacaba una fotografía de su cartera, la miraba, la volvía a guardar y seguía bebiendo. “Perdone, caballero -le preguntó sin poder contener su curiosidad-. ¿Quién está en el retrato?”. “Mi esposa” -respondió Chinguetas. “¿La perdió?” -inquirió, conmovido, el cantinero. “No, -contestó el otro-. Me está esperando en casa”. “Y entonces -quiso saber el de la taberna¿por qué mira tanto su retrato?”. Replicó don Chinguetas . “Es mi termómetro para beber. Cuando me empieza a parecer bonita es que ya ando bien borracho”. Se casó Dulcilí, muchacha ingenua. La noche de sus bodas le dijo a su flamante maridito: “Hay demasiada luz. Me dará pena verte sin ropa”. Ofreció el novio, comprensiv­o: “Apagaré el foco para que no veas nada”. “No lo apagues-lo detuvo la inocente joven -. Nada más desenrósca­lo un poquito”... FIN.

Mirador

A mí me gusta pensar bien de todo el mundo.

Por ejemplo, no creo que Herodes haya ordenado la matanza de los Inocentes. Estoy seguro de que las cosas pasaron de otro modo. Por principio de cuentas no me imagino a Herodes como un déspota cruel y sanguinari­o. Lo veo como un rey de chocolate con nariz de cacahuate. Luego discurro que hizo que le llevaran a todos los niños menores de dos años. Llamó a su guardia de terribles gigantes armados con formidable­s cimitarras y les mandó con voz de trueno:

-¡Maten a los niños!

Pero cuando los papás se disponían a arrojarse a sus plantas pidiéndole clemencia Herodes les dijo con una jubilosa carcajada: -¡Inocentes para siempre! Luego les hizo una fiesta con piñata, dulces y regalos, y todos fueron felices.

Quizá la historia es otra. Sin embargo yo escucho la voz de Aquél que nos pidió que fuéramos siempre como niños, y quiero ser inocente como ellos. Inocente para siempre.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

“... No habrá aumentos de precios al principio del año...”.

El anuncio es muy sincero; ya no tengamos afán: los precios no subirán.

(No el primer día de enero).

Es un accidente sin importanci­a. Antes bien debiste haberte reído”. “Eso fue lo que hice” -gimió Pepito frotándose la parte posterior.

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