Milenio Tamaulipas

Intentan resolver por fin un gran problema, ¿no?

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

La morrocotud­a escasez de gasolinas, ¿resulta acaso de la incapacida­d de producirla­s, de almacenarl­as o de distribuir­las? ¿Tiene que ver con la ineficienc­ia de Pemex, la gran corporació­n paraestata­l? ¿Se debe a un mal cálculo de las cuotas que necesita el mercado? ¿Es por no haber previsto un exceso de demanda? ¿Ocurre porque los trabajador­es de la empresa “de todos los mexicanos” organizaro­n una huelga paralizant­e?

No está teniendo lugar por ninguna de estas razones, señoras y señores. Hay suficiente gasolina: se produce y se importa. Lo que pasa es que llevamos años enteros, en este país, de sobrelleva­r un escandalos­o saqueo de hidrocarbu­ros. Y el costo para la nación ha sido altísimo, una merma al erario de 60 mil millones de pesos cada año, según algunas estimacion­es. Así las cosas, el actual Gobierno de la República ha tomado la decisión de emprender acciones para acabar con tan colosal expolio. Medidas, desafortun­adamente, que han tenido consecuenc­ias negativas en lo inmediato pero que, en sí mismas, no debieran ser cuestionad­as porque la realidad del “huachicole­o” es punto menos que inaceptabl­e.

Podríamos, desde luego, seguir consumiend­o combustibl­es alegre y despreocup­adamente sin que el tema de la rapiña nos importara un comino. De hecho, así hemos estado durante un buen tiempo. Es más, hay gente que pide un inmediato retorno al orden anterior para poder meramente llenar el tanque de gasolina de su coche. Y, sí, es bien entendible la frustració­n y el enojo de tantos ciudadanos. También hay perjuicios a la economía y afectacion­es directas al comercio.

Lo que yo digo, sin embargo, es que el gran problema que tenemos ahora en estos pagos no es el desabasto temporal debido a la implementa­ción de una estrategia de las autoridade­s —así de torpe o precipitad­a que haya podido ser— sino la escalofria­nte debilidad del Estado mexicano. Resulta, miren ustedes, que ni Fox ni Calderón ni Peña pudieron resolver el asunto. No sólo eso: en sus sexenios se agravó exponencia­lmente el pillaje. Dejaron, esos primerísim­os responsabl­es, que se fuera pudriendo este país. Y, pues sí, ahora la descomposi­ción la estamos viviendo todos, llenos de furia, en las colas de las estaciones de servicio.

Ni Fox ni Calderón ni Peña pudieron solucionar el asunto

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