Verónica Maza
La sexualidad en las culturas mesoamericanas
Después de seis años de haberse montado por primera vez y con la afluencia de más de 300 mil personas en diversas sedes, la exposición Semillas de vida. La sexualidad en Occidente regresa al Museo Regional de Guadalajara, el cual se encuentra celebrando un centenario de su fundación.
Esta muestra, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia con la curaduría del arqueólogo Daniel Ruiz Cancino, está compuesta por 210 piezas originarias de los pueblos prehispánicos que habitaron la región conformada por Nayarit, Colima, Jalisco y Michoacán.
Yo la pude ver cuando estuvo en el Museo Regional de Querétaro, el año pasado. Varias de las figurillas me parecieron muy interesantes y, algunas de ellas, hasta curiosas y divertidas.
El curador compartió en la página de internet del INAH algunos comentarios sobre la muestra, asegurando que “el deleite sexual y el gozo de la procreación se consideraban dones otorgados a los hombres desde el ámbito divino; como consecuencia de la observación del universo, lo femenino se asociaba con la germinación, el agua, el frío, la oscuridad, la debilidad y la muerte; en tanto, lo masculino se vinculaba con la maduración, el fuego, el calor, el cielo, la fuerza y la vida”.
Los estudios que hay sobre la visión en torno a la sexualidad de los antiguos mexicanos es muy interesante. Para un capítulo del libro que acabo de terminar de escribir, y sale a la luz en unos meses con la editorial Turner, realicé una investigación al respecto que me dejó fascinada.
La sexualidad tenía que ver, para los mesoamericanos, con la naturaleza y era vista como una parte esencial del ser humano. Para ellos, el mundo era dual: los dioses
Varias de las figurillas me parecieron muy interesantes y hasta curiosas y divertidas
contaban con una versión femenina y una masculina. Había luna y sol, pudiendo ser de ambos géneros. Se creía que esto pasaba también con los seres humanos, por lo que la homosexualidad y la bisexualidad no eran mal vistas. Lo erótico estaba relacionado con el mundo y su funcionamiento, pues se practicaba para mantener el orden de la humanidad y el cosmos.
Los nahuas ubicaban al placer sexual como un don divino, algo semejante a la comida, la alegría, el vigor vital y el reposo cotidiano. Debían disfrutar del erotismo con moderación, pues caer en los excesos podría traerles graves problemas relacionados con el enojo de sus dioses. Además, tenían rituales para celebrar la primera menstruación de las adolescentes y las nupcias, incluyendo ambas partes de la pareja.
Cada vez es mayor la información que se tiene sobre aquellos días prehispánicos, pero siempre se agradece que muestras como ésta nos enseñen, de manera puntual y nativa, cómo era su vivencia más allá de lo que hasta hace poco se sabía gracias a las crónicas de los españoles. Les recomiendo que si viven o viajan a Guadalajara, no se pierdan la exposición.