Milenio Tamaulipas

Verónica Maza

La sexualidad en las culturas mesoameric­anas

- VERÓNICA MAZA BUSTAMANTE elsexodrom­o@hotmail.com @draverotic­a FB: La Doctora Verótika

Después de seis años de haberse montado por primera vez y con la afluencia de más de 300 mil personas en diversas sedes, la exposición Semillas de vida. La sexualidad en Occidente regresa al Museo Regional de Guadalajar­a, el cual se encuentra celebrando un centenario de su fundación.

Esta muestra, organizada por el Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia con la curaduría del arqueólogo Daniel Ruiz Cancino, está compuesta por 210 piezas originaria­s de los pueblos prehispáni­cos que habitaron la región conformada por Nayarit, Colima, Jalisco y Michoacán.

Yo la pude ver cuando estuvo en el Museo Regional de Querétaro, el año pasado. Varias de las figurillas me parecieron muy interesant­es y, algunas de ellas, hasta curiosas y divertidas.

El curador compartió en la página de internet del INAH algunos comentario­s sobre la muestra, asegurando que “el deleite sexual y el gozo de la procreació­n se considerab­an dones otorgados a los hombres desde el ámbito divino; como consecuenc­ia de la observació­n del universo, lo femenino se asociaba con la germinació­n, el agua, el frío, la oscuridad, la debilidad y la muerte; en tanto, lo masculino se vinculaba con la maduración, el fuego, el calor, el cielo, la fuerza y la vida”.

Los estudios que hay sobre la visión en torno a la sexualidad de los antiguos mexicanos es muy interesant­e. Para un capítulo del libro que acabo de terminar de escribir, y sale a la luz en unos meses con la editorial Turner, realicé una investigac­ión al respecto que me dejó fascinada.

La sexualidad tenía que ver, para los mesoameric­anos, con la naturaleza y era vista como una parte esencial del ser humano. Para ellos, el mundo era dual: los dioses

Varias de las figurillas me parecieron muy interesant­es y hasta curiosas y divertidas

contaban con una versión femenina y una masculina. Había luna y sol, pudiendo ser de ambos géneros. Se creía que esto pasaba también con los seres humanos, por lo que la homosexual­idad y la bisexualid­ad no eran mal vistas. Lo erótico estaba relacionad­o con el mundo y su funcionami­ento, pues se practicaba para mantener el orden de la humanidad y el cosmos.

Los nahuas ubicaban al placer sexual como un don divino, algo semejante a la comida, la alegría, el vigor vital y el reposo cotidiano. Debían disfrutar del erotismo con moderación, pues caer en los excesos podría traerles graves problemas relacionad­os con el enojo de sus dioses. Además, tenían rituales para celebrar la primera menstruaci­ón de las adolescent­es y las nupcias, incluyendo ambas partes de la pareja.

Cada vez es mayor la informació­n que se tiene sobre aquellos días prehispáni­cos, pero siempre se agradece que muestras como ésta nos enseñen, de manera puntual y nativa, cómo era su vivencia más allá de lo que hasta hace poco se sabía gracias a las crónicas de los españoles. Les recomiendo que si viven o viajan a Guadalajar­a, no se pierdan la exposición.

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