Milenio Tamaulipas

Trayectori­a. Galanazo, comediante y gran actor

Versatilid­ad auténtica es como se describe a uno de los últimos grandes actores del país

- EDUARDO GUTIÉRREZ SEGURA

Fernando Luján, que el 23 de agosto de 1939 nació en Bogotá, Colombia, porque sus padres los actores Mercedes Soler y Alejandro Ciangherot­ti cumplían compromiso­s teatrales en la ciudad sudamerica­na, llevaba en las venas la pasión por actuar, digno heredero de la dinastía que dio al cine nacional el talento de Fernando, Andrés, Domingo y Julián Soler.

Fernando Ciangherot­ti Díaz, su nombre verdadero, descubrió su vocación a muy temprana edad, cuando debutó a los siete años en un escenario teatral, en la puesta en escena Marianela, de Benito Pérez Galdós, que sería el origen de una trayectori­a que en las tablas alcanzó 40 produccion­es.

En el terreno de Melpómene también forjó carrera como director, desde 1969 al montar Cuando las chicas no quieren, además también estuvo a la cabeza de Cuatro de Ernesto, de Alfonso Paso, mientras que en 1976 lo hizo con la obra de Veber, Un tirador franco. “Fernando fue un primer actor mexicano”, expresó Jorge Ortiz de Pinedo.

En el cine nacional, donde se convirtió en favorito de la Época de Oro, Luján iniciaría en 1947 en La Cobarde, desde entonces alcanzaría más de 100 participac­iones en la pantalla de plata, que incluyeron El mil amores, junto a otras dos de las más importante­s figuras como Pedro Infante y Joaquín Pardavé, en 1954.

Formó parte también de los elencos de La edad de la tentación (1958), La sombra en defensa de la juventud (1959), Peligros de juventud (1960), Juventud rebelde (1961), Vacaciones en Acapulco (1961), Amor de adolescent­es (1965), El miedo no anda en burro (1976), Esas ruinas que ves (1979), En la trampa (1979), Fuera de la ley (1998) y Día de muertos (1988), entre muchas más.

Su regreso al cine en 1999 con El coronel no tiene quien le escriba, bajo la dirección de Arturo Ripstein, le valió llegar hasta el festival de festivales, Cannes, en donde incluso compitió por la Palma de Oro. Sus últimas aparicione­s las hizo en Viento en contra (2011), Tercera llamada (2013), Cásese quien pueda (2014), Cuando los hijos regresan (2017) y Hombre al agua (2018).

“Era un gran talento, simplement­e uno de sus programas más sonados fue Por eso estamos como estamos, que con su personaje Don Cucufato, era fantástico”, recordó Ortiz de Pinedo del paso de Luján por televisión, que también incluyó participac­iones en telenovela­s como María José (1978), Los ricos también lloran (1979), Cadenas de amargura (1991) y Mirada de mujer (1997), además de la serie Ingobernab­le (2017).

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ESPECIAL Un histrión innato que debutó en su adolescenc­ia.

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