AMLO prevalece, economía languidece
El fin de la acción es irrefutable, la lucha contra el crimen también significaría un paso trascendente para abatir la impunidad y hacer que quienes se benefician de la actividad criminal rindan cuentas ante la justicia, sin importar quiénes sean
La lucha contra el crimen organizado asociado al robo de combustible se ha vuelto para AMLO algo como la guerra contra el narco del presidente Felipe Calderón. Aunque López Obrador no acusa déficit alguno de legitimidad, se advierte que su empresa va más allá del combate contra los criminales. Para ambos fue y es una manera de hacer valer el poder y la eficacia presidencial. Todo apunta a que el Presidente y los suyos ganarán la batalla mediática y posiblemente contengan a la industria criminal asociada al robo a Pemex. Quienes anticipan un desgaste del Presidente por el desabasto de combustible no advierten su ascendiente con la población y la fuerza del argumento de la lucha contra la corrupción.
El fin de la acción es irrefutable, la lucha contra el crimen también significaría un paso trascendente para abatir la impunidad y hacer que quienes se benefician de la actividad criminal rindan cuentas ante la justicia, sin importar quiénes sean. Al ganar esta batalla, el Presidente gana muchas otras, aunque queda la mácula nada menor que es la incompetencia de su gobierno.
La magnitud del crimen remite a omisiones, posiblemente intencionadas y a una cadena de complicidad que lo mismo aplica a directivos de Pemex, transportistas y comercializadores de combustibles.
El Presidente cuenta con el apoyo de la sociedad, frente a una oposición formal e informal inmovilizada. El contrapunto de la acción presidencial es que ésta se vea comprometida por el desabasto. No se previó esta dimensión logística. Además, el gobierno decidió reducir la importación de energéticos elaborados, asunto que necesariamente impactó la disponibilidad de gasolinas y que hace pensar que no solo se trata del asunto criminal, sino de una decisión de política a costa del consumidor.
El problema es doble: logística para abastecer con suficiencia a amplias regiones del país y dificultad para comunicar con claridad y precisión. A pesar de la comparecencia diaria del Presidente ante los medios, no se ofrece claridad sobre la normalización del abasto. Así sucede porque no hubo adecuada planeación y el problema de desabasto en su origen y magnitud no fue previsto. El presidente no puede anticipar soluciones porque no puede comprometerse a algo que sus colaboradores no le puedan garantizar. Por eso sus comparecencias están plenas de prédicas, retórica y declaraciones propias de parodia, como el decir que la disminución del robo de combustible es la más baja desde la expropiación petrolera.
Combatir al crimen y acabar con la impunidad se ve comprometido con la ineficacia para atender la contingencia. Es un problema porque esto va perfilando un gobierno bajo un presidente protagónico, sin oposición, con respaldo popular y resultados más en el ámbito del argumento, la magia y del imaginario que de la realidad. Esto de igual manera anticipa un Presidente que prevalece y una economía que languidece.
Los medios muestran una clara incompetencia por el desabasto. La denuncia de esto nada tiene que ver con la complacencia al huachicol; al contrario, esto es lo que puede comprometer el propósito de esta acción punitiva contra la venalidad y el crimen.
El objetivo último de la guerra de López Obrador es acabar con la industria asociada al robo de combustible. Ganar la batalla mediática será más fácil que acabar con este género delictivo, y así es porque el problema se dejó crecer y corrompió por igual a comunidades, autoridades municipales, trabajadores de Pemex, transportistas y gasolineros. Mientras no se revierta el incentivo de altos beneficios con pocos riesgos, se estará dando vueltas en círculo. Por ello es indispensable que haya una acción judicial frontal, en particular con quienes se han enriquecido a la sombra de la incompetencia o colusión gubernamental.
Las comparecencias diarias de López Obrador están plenas de prédicas, retórica y declaraciones propias de parodia