Las vencidas huachicoleras
Nadie refuta que el huachicoleo es un gravísimo problema que el año pasado costó 66 mil millones de pesos de pérdidas. Nadie sensato pretende refutar que fue combatido de manera fatal en los últimos sexenios, en particular durante la administración anterior (que fue cuando más creció el delito), y claro que había que atacarlo con toda la fuerza del Estado, pero me parece que el actual gobierno federal calculó mal las consecuencias de cerrar ductos (¿subestimó datos?) e implementó pésimo su estrategia.
¿Error del Presidente? ¿O es atribuible al director de Pemex, Octavio Romero Oropeza (que al parecer no tiene experiencia para estar ahí)? ¿O es responsabilidad de su secretaria de Energía, Rocío Nahle? ¿O es asunto de ambos? ¿O es culpa de los tres?
Da la impresión de que ni siquiera calcularon un escenario negativo: que no sabían cuánto tiempo durarían las gasolinas en cada almacén y en cada estación, sobre todo ante posibles compras de pánico. Parece que no cuantificaron bien las necesidades de importación de combustibles, ni los tiempos de descarga de buques fondeados, ni las cantidades de pipas que requerían para mantener abastecido al país.
Y por lo visto, tampoco estimaron los efectos que causarían actos de sabotaje, las reacciones de criminales. Les faltó investigación, trabajo de inteligencia. Ha dicho Andrés Manuel López Obrador: “Vamos a resistir todas las presiones”. “No hay marcha atrás”. “A ver quién se cansa primero”. “¿Quieren jugar a las vencidas? No nos van a vencer.”
Qué bueno, pero los criminales difícilmente abdican. Primero muertos. Apostarle a ver quién es más macho es un error, porque los capos a eso se dedican: a cultivar, fortalecer y exhibir su machismo. A jugar vencidas. La estrategia no puede ser solo quién resiste más (la fuerza), sino cómo atacar, con los menores daños posibles a la ciudadanía (inteligencia). También ha declarado:
“El pueblo de México no es corrupto, porque el pueblo tiene cultura.”
Hay pueblos mexicanos corruptos, huachicoleros. Ahí está el bochornoso espectáculo del sábado pasado, en San Antonio Detiña, en Acambay, Estado de México: el pueblo bueno perforó un ducto y se dedicó a ordeñarlo con bidones, cubetas, tambos, garrafones, jarras, botes, y todo lo que pudo. Las imágenes son elocuentes: niños, jóvenes, mujeres, viejos, todo mundo acaparando el combustible, para luego venderlo. Vaya, ahora mismo hay gente en Facebook que oferta gasolina en $35 pesos el litro.
La única encuesta que he visto sobre esta guerra de combustibles que ha declarado el Presidente le da un apoyo entre seis de cada diez consultados, pero ese sostén va depender de la eficiencia con que se corrijan las impericias que ha tenido su gobierno. Colombia tardó diez años en resolver el problema. Diez. Esto no es un asunto que pueda solucionarse en un mes, ni en dos, no depende del voluntarismo de tres personas, sino de una estrategia institucional de corto, mediano y largo alcance.
Si persisten los errores gubernamentales, el desabasto y las ocurrencias (ahora en CdMx sugieren que la gente cargue gasolina una vez a la semana, de acuerdo a su engomado, no a sus necesidades), podrían perder las vencidas. Ojalá que no sea así…
Apostarle a ver quién es más macho es un error, porque los capos a eso se dedican