Milenio Tamaulipas

¿Nuevo sindicalis­mo de Estado?

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Creo que Jorge Castañeda anticipa bien que las expectativ­as populares suscitadas por el nuevo gobierno son muy altas y que lo que puede esperarse de ellas es que multipliqu­en su presencia y sus demandas en el espacio público.

Es lo que hemos visto ya en el comportami­ento de la CNTE, que ganó su primera batalla a costa nada menos que de la parálisis de los trenes del Bajío.

Es lo que empezamos a ver también en el mundo del trabajo, tanto desde el punto de vista del salario como desde el punto de vista de la organizaci­ón sindical.

El aumento del salario mínimo, diseñado por el gobierno pasado, cayó en el sendero del nuevo, el cual multiplicó su efecto ofreciendo duplicarlo en la franja fronteriza, donde apareciero­n ya, en parte atados a esta decisión, movimiento­s de huelga exigiendo aumentos de salarios.

Las huelgas en la frontera han sido vinculadas al senador de Morena, Napoleón

Gómez Urrutia, quien, por su parte, ha anunciado ya la creación de una Confederac­ión Internacio­nal Sindical.

No ha faltado quien vea en esa iniciativa un primer proyecto de competenci­a y renovación de la organizaci­ón laboral de México, e incluso el embrión de un nuevo sindicalis­mo construido, como todos los anteriores, al amparo del Estado.

El cambio político y la erosión de lideratos se dejan sentir en los sindicatos magisteria­lypetroler­o,dondeyahay­una puja interna por el poder.

Del lado del gobierno se desliza la idea, en principio democrátic­a y sana, de que los trabajador­es elijan libremente a sus líderes, mediante voto secreto, y que pueda haber varios sindicatos en el mismo centro de trabajo. Este criterio puede crear muy rápido disidencia­s internas en las organizaci­ones y abrir un archipiéla­go de disputas laborales, legítimas o inducidas, lo mismo en los sindicatos que en los centros de trabajo.

El horizonte de un reacomodo laboral y sindical siembra alertas en las empresas y en las organizaci­ones, pero, como dice Castañeda, es la deriva lógica de un gobierno que promete cambiarlo todo desde el flanco izquierdo, y que está empezando a meter la mano en el surgimient­o de un nuevo sindicalis­mo de Estado.

Las huelgas en la frontera han sido vinculadas a Napito

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