Santa Sebastiana
IgnorocómosurgiólaimagenquelafotógrafaLucero Gonzáleztomódelacantante,actriz,feministaradical que ha sido siempre, Liliana Felipe, pareja sentimentaldetodalavidadelahoypolíticaenlasfilasdeMorena, JesusaRodríguez.Lafotografíadicemásquelosdiscursosen torno al Día Internacional de la Mujer. La modelo de Lucero sedejaretratarcomounSanSebastiánque,desdeelpintorEl Greco, o Guido Reni, es figura icónica. Pero esta vez no tiene flechas.Tienejeringassobresucuerpo.Yesunamujerlesbiana la que se consume, no en la cruz: en un cuarto solitario…
Es, pues, una Santa Sebastiana. ¿Por qué jeringas y no flechas? En mi interpretación de la foto en blanco y negro, de 1995, al día actual son las inyecciones que prodigan los y las como Lilly Téllez, que niegan el derecho al aborto de las mujeres, por convicción, por violación, por embarazo no deseado y porque muchas de ellas son menores de edad. También, en tiempo de drogas son las mujeres en prostíbulos, películas porno o asesinadas en las calles por desconocidos que responden al término de feminicidios. No hay peor crimen que el que no quiere verse, ese que ciega la razón y la defensa de los derechos obvios de las mujeres atrapadas en sistemas donde el hombre decide sobre sus cuerpos, junto a prejuicios religiosos.
La foto más famosa de Lucero González —feminista de hueso crudo y rudo— es la preferida de la pintora inglesa Leonora Carrington, junto a uno de sus gatos. Pero Santa Sebastiana dice más que un retrato. Exuda respeto e igualdad en cualquiera de sus libertades, ahí donde las mujeres son y deben ser, sin restricción. Escribe Liliana Felipe en una de sus composiciones: “Y eso que en materia de pescado/sabemos más que el mismísimo pescado…”. Bastaría esa frase para champársela a los diputados, senadores, gobernadores o al presidente AMLO, que se resisten a dejarlas elegir sobre sus cuerpos. Aplica para guarderías infantiles, refugios para mujeres y el aborto…
San Sebastián ya no es solo una imagen religiosa. Es un icono gay desde hace mucho tiempo. En la literatura, Yukio Mishima escribió en su libro Confesiones de una máscara: “En el cuerpo del joven —que recordaba el de Antínoo, el amado de Adriano, cuya belleza tantas veces ha inmortalizado la escultura— no se veían rastros del duro vivir o de la decrepitud que en tantas representaciones de santos se ven. Contrariamente, en aquel cuerpo solo había juventud primaveral, luz, belleza y placer”. Santa Sebastiana de Lucero González conserva los mismos rasgos de placer y deseo, a pesar del sacrificio. El valor de la foto radica en la contemporaneidad del clásico que todos conocemos.
He conservado la fotografía casi desde que la realizó la artista. Es vigente. Es realista y es un ejemplo de lo que tienen que soportar las mujeres, a las que no escuchan, a las que sacrifican, a las que festejaron sin razón todavía, el Día Internacional de la Mujer. Ya pasó el día y las noticias son las mismas: las asesinan. Crímenes de homicidas anónimos de los que la justicia sigue sin ajusticiar…
Discúlpenme si utilizo una imagen para ocuparme de las cosas de hoy. El dolor con el arte es menos trágico y más certero.
Ya pasó el Día Internacional de la Mujer y las noticias son las mismas: las asesinan