Milenio Tamaulipas

La generación virtual y su apatía

- Magda Bárcenas

H40 ace una semana conocí a

jóvenes que imaginaron que iba a obligarlos a leer los libros aburridos que alguna vez me presentaro­n a mí también cuando tenía su edad. El regreso a clases no solo fue un reto, sino una reinvenció­n para toda una generación apática a la lectura y la escritura.

El S.O.S. de la cultura está latente de un tiempo para acá, el mismo en que al(que gunos se dieron por vencidos ante una generación de alumnos conectados al 100 por ciento a Internet y con poco interés no solo en las letras sino todo lo que no está en Instagram, Twitter, Netflix o Youtube.

“A mí no me interesa la lectura”, “No hay libros que me gusten”, “He leído muy poco porque no entiendo ni siquiera las palabras”.

“Los clásicos son aburridos”, “Que flojera los libros”, estas fueron algunas de las excusas de mis alumnos el lunes.

Pero rendirme nunca ha sido un camino, así que decidí no contradeci­rlos y simplement­e hablarles acerca de los libros que a mí me habían parecido interesant­es, sobre todo de terror y policiales basados en hechos reales y leerles todos los días sin preguntarl­es nada.

Terminó la semana no solo respetando los temas parte del plan de estudios sino con lecturas random para un público poco tolerante que en los últimos minutos de clase empezaron a pregunlado tarme acerca de los autores que les leí y dónde podían conseguir esos libros. La conclusión para mí no va por el lado de tener la varita mágica como maestro, sino en ponernos en el lugar de ellos; me gusta dar las clases que nunca me dieron a mí y pensar en el cansancio que sentiría yo también si fuera mi última clase.

¿Qué puedo hacer como docente para no dormirme a mí misma si fuera estudiante? Cada que doy clases me hago la misma pregunta, cada que explico algo lo hago con la idea de poder hacerlos entender un tema y no aprendérse­lo. A pesar del interés por la tecnología, considero que los jóvenes robots no son un buen futuro para el mundo.

Los temas de memoria no sirven en la vida real y la misión del docente personalme­nte creo que es humanizar a quienes se encuentran envueltos en la tecnología para que empiecen a pensar por sí mismos y, al menos en mi caso, que la lectura se vuelva un hábito que los ayudará a sobresalir y que vale más que darles un punto extra.

La misión del docente es humanizar a los envueltos en tecnología

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