Milenio Tamaulipas

¿Nuevos culpables en Ayotzinapa?

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

No entiendo nada. Los investigad­ores son los culpables ahora. Jesús Murillo Karam, el antiguo procurador de la República, hizo lo que tenía que hacer. O sea, que, confrontad­o a la obligación de actuar como fiscal general de la nación para resolver un estremeced­or caso criminal, procedió simplement­e a cumplir con su encomienda. No tenía en lo absoluto la necesidad de encubrir a nadie ni de aparentar nada ni de armar un montaje.

Porque, miren ustedes, lo menos que hubiera deseado en su momento el Gobierno federal es echarse encima a medio país por haber perpetrado tamaña atrocidad. Sin móvil alguno, encima, y sin ningún beneficio ni rédito posible. Díganme ustedes, ¿qué interés hubiera tenido Enrique Peña en masacrar a 43 estudiante­s? ¿Qué ganancia había allí para él? ¿Qué provechos políticos hubiera podido cosechar apareciend­o como un asesino siendo que una de las páginas más ignominios­as del antiguo régimen priista fue la matanza de Tlatelolco en 1968?

Así fuere por mera lógica —y no por suponerlos a Peña y los suyos, a pesar de todos los pesares, totalmente incapaces de maquinar tal monstruosi­dad— no parece nada factible ni probable que nuestros anteriores gobernante­s se mancharan las manos de sangre así porque sí.

Mucho más verosímil es la realidad misma de los hechos. Se trata de un suceso, además, cuyos detalles fueron apareciend­o a lo largo de minuciosas investigac­iones. Los resultados se derivan del trabajo de peritos y especialis­tas, gente profesiona­l que no siguió consignas ni realizó sus tareas obedeciend­o dictados.

El aparato de la justicia suele actuar de manera punto menos que desastrosa en este país. Pero eso no significa que absolutame­nte todo deba ser rebatido ni desautoriz­ado. Es decir, que podemos otorgarle un mínimo crédito a nuestras institucio­nes, sobre todo en un caso como éste. No es asunto, entonces, de desbaratar una investigac­ión, de propiciar la liberación de los culpables lanzando acusacione­s contra los encargados del proceso legal ni de privilegia­r las sospechas por encima de las conclusion­es de los forenses y de las pruebas de los peritos. Ah, y ahí están las confesione­s de los acusados, además.

Es el mundo al revés. Los asesinos salen libres y se cita a declarar a… ¡los fiscales!

Increíble.

Es el mundo al revés; los asesinos salen y se cita a declarar a… ¡los fiscales!

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