¿Plan B si no hay elecciones?
Muchos
son los efectos y escenarios propuestos para la futura post-pandemia contemplados por analistas políticos, financieros y sociales en México, primero en la salud de la población al no contarse ni con la capacidad hospitalaria, como tampoco los medicamentos de control de la enfermedad en los siguientes meses del año.
A ello se le suma el impacto en la economía, al parar casi todo el sector productivo. Con la opción de una reactivación escalonada y el retorno de áreas como la construcción, no hay una garantía de poner al mismo nivel el turismo, la gastronomía, la transportación de personas, el comercio de mercancías consideradas terciarias, que abarcan el grueso de los negocios.
Al escuchar a Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud federal, sobre lo larga que será la permanencia del covid-19 en nuestra vida diaria, más la opción de un potencial rebro- te en octubre, en tanto laboratorios y farmacéuticas trabajan a todo vapor para tener una vacuna en el mediano plazo, muchas cosas de aquí a finales del 2021 se ven muy dispersas.
Una de ellas, como se ha manifestado con anterioridad tiene relevancia estatal, es el proceso electoral para renovar o reelegir cargos públicos como los ayuntamientos, diputaciones en el Congreso de la Unión, como el estatal.
No se tiene una postura clara del Instituto Nacional Electoral en mantenerse con las fechas programadas o ser postergadas para bien.
En los hechos, los partidos políticos batallan para tener un censo de sus militantes reales, limitados en acciones por la contingencia y por presupuesto, en tanto otros no tienen la certeza de quién dirigirá desde el Comité Nacional sus esfuerzos.
La otra cara es: ¿y si no hay elecciones, qué pasará? Se interpreta que los actuales funcionarios continuarán hasta no ser elegidos o renovados mediante mandato popular; pero no existe nada claro, simplemente supuesto.
¿México está listo para aplicar un plan B si no hay elecciones en tiempo y forma? La realidad es un definitivo no.
Ante ello autoridades, árbitros electorales e instituciones políticas deben plantear las condiciones y definir si es lo correcto abrir la contienda o retrasarla, porque son demasiadas las cosas en juego, entre ellas la salud.
Se interpreta que los actuales funcionarios continuarán hasta no ser renovados