Milenio Tamaulipas

Poesía. Aparece Divertimen­to, obra póstuma de Daniel Leyva

“Es la continuaci­ón de una historia que empezó en la década de los 70, en París”, afirma su viuda, Amelia Becerra Acosta

- JESÚS ALEJO SANTIAGO

La historia empezó a escribirse desde los años 70 del siglo pasado, durante sus años en París, la ciudad a la que Daniel Leyva llegó muy joven y donde se quedó por más de una década. Una ciudad-escenario que lo acompañó a lo largo de su vida literaria, al grado que su poemario Crispal, aparecido en 1976 y con el cual obtuvo el Premio Xavier Villaurrut­ia, y Divertimen­to, su obra póstuma, prácticame­nte se inician con el mismo verso:

“Pensé en suicidarme esta mañana / pero cuando salí a la calle y sentí el frío / decidí aguantar una semana más…”

“Lo empezó a escribir unos cuatros años y medio antes de su partida”, recuerda Amelia Becerra Acosta, su viuda: “Lo trabajó al mismo tiempo que Administra­ción de duelo S. A., obra a la que le dio prioridad, sobre todo porque cuando se enferma le dicen que va a vivir de uno a tres meses, aunque fueron casi cuatro años y medio”.

No se puede considerar como una obra de despedida, por el tiempo en que comenzó su escritura, pero sí una especie de poemario que revisó casi hasta el último momento, con la certeza de que se trataba de una apuesta más complicada; incluso, lo buscaba: deseaba que la historia o los personajes lo sorprendie­ran.

“Divertimen­to está construido a partir de endecasíla­bos coincident­es, pero es la continuaci­ón de una historia que empezó en la década de los 70, en París, con un personaje de ficción, Luciano, aun cuando tiene mucho de él. Tenían que ser endecasíla­bos coincident­es, un trabajo que debía tener precisión y disciplina y, al mismo tiempo, responder al reto de los personajes. Le gustaba jugar con los personajes y que los personajes jugaran con él”.

Exploració­n literaria

En ese sentido, comparte Amelia Becerra Acosta, el personaje no solo lo retaba, sino lo sorprendía, de ahí que se hayan acompañado durante tantos años, si bien al final hizo algunos cambios. Los viajes que realizaron los últimos años le hicieron cambiar ideas, poner los nombres de las calles en español, aun cuando transcurri­era la historia en Francia, pero también “refleja parte de las cirugías que Daniel tuvo y las pone en gente cercana a Luciano dentro de la historia.

“Luciano es un personaje inventado, a quien le pone no solo parte de él mismo, sino parte de muchos amigos, en el sentido filial, y de algunos medio equis, que no tenían su simpatía, y Luciano tiene parte, incluso, de algunas mujeres: más bien es una recopilaci­ón llena de sorpresas… Como decía Daniel: ‘el día en que no me sorprenda, para qué estoy aquí’”.

“Nos habla del mundo que todavía vivimos”: José María Espinasa

Aparecido bajo el sello de Ediciones Sin Nombre, el poeta José María Espinasa lo define como un libro de poesía, aunque al mismo tiempo muy narrativo: una obra, a la vez, ligera y aérea, pero escrita en un metro fijo, constante, respetado, con sonoridad, con musicalida­d.

“El libro de Daniel nos ofrece una oportunida­d para la lectura. No es un autor desconocid­o y primerizo que cueste más trabajo de situar ante los lectores; no es, tampoco, un escritor del siglo XIX que pueda verse con distancia: es un autor que nos habla del mundo que todavía vivimos, aunque él ya haya fallecido”.

Por sobre todo lo anterior, el libro termina siendo un homenaje a su propio autor, Daniel Leyva, quien le dedicó una mirada casi hasta el último día —falleció el 21 de octubre de 2019—, sin hacer a un lado otros momentos fundamenta­les con su esposa.

“Los últimos años los vivió gozando, creando, viajando y jugando, no estuvimos en una sala de espera más que lo necesario para tratamient­os y seis cirugías mayores, pero con todo y grapas nos íbamos de viaje. Ya después veía cómo se las quitaba”.

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