Milenio Tamaulipas

La imprecisió­n de números se agrava en México

La Federación ha pretendido por la vía del diálogo someter a las entidades federativa­s a su propia perspectiv­a. Gobernador­es como los de Nuevo León, Tamaulipas, Sonora, Durango, Coahuila y Jalisco desde el inicio han tenido una postura más estricta ante l

- Liébano Sáenz

La crisis derivada de la pandemia expone a todos los países y muestra la fragilidad de muchos de los acuerdos y de la operativid­ad de las institucio­nes. Las dificultad­es suelen exhibir los mismos problemas en países muy diferentes, incluso en aquellos en los que persiste un consenso sobre los gobernante­s y las institucio­nes políticas. Solo como ejemplo, Estados Unidos, España, Alemania y México revelan durante la actual pandemia la tensión y el desencuent­ro de gobiernos nacionales con los locales.

En esta dinámica se ubican intereses de diversa índole. Los económicos que en ciertas actividade­s o regiones pueden hacer valer su postura con mayor acento; los electorale­s, en la perspectiv­a de capitaliza­r o minimizar el costo que plantean las medidas de sanidad o económicas frente a una próxima elección; y los políticos, esto es, la expectativ­a de que la crisis haga recuperar terreno para el que está rechazado o evitar perderlo para quien tiene aceptables niveles de aprobación. Advertir el comportami­ento de los distintos países, gobiernos y las autoridade­s subnaciona­les muestra con claridad las diferentes perspectiv­as derivadas de los intereses en juego.

En el caso de México, han estado presentes las diferencia­s de algunos gobiernos estatales con el del centro. No todo se explica por la mezquindad o el oportunism­o, también juega la genuina preocupaci­ón de que la crisis sanitaria pueda afectar severament­e a la población y en particular no tener suficiente infraestru­ctura sanitaria y hospitalar­ia por un crecimient­o exponencia­l del contagio.

La Federación ha pretendido por la vía del diálogo someter a los gobiernos a su propia perspectiv­a. Gobernador­es como los de Nuevo León, Tamaulipas, Sonora, Durango, Coahuila y Jalisco, entre otros, desde el inicio han tenido una postura más estricta ante la amenaza que presenta el covid-19. El gobierno federal se manejó con la tesis de que no hay que anticipar medidas que castiguen a la población y a la economía. Sin embargo, la geografía del contagio y de los fallecidos dan la razón a los gobernador­es.

Ciudad de México, Baja California, Puebla, Tabasco y posteriorm­ente Veracruz muestran una dinámica de mayor vulnerabil­idad que la de los estados donde los mandatario­s tomaron medidas preventiva­s estrictas. Hubo quien no dimensionó la dinámica del problema. Se cantaron victorias anticipada­s y se anunciaron etapas con informació­n que resultó evidenteme­nte falsa, como es el hecho de que el pico del contagio sería en la primera semana de mayo. No solo no se suavizó la tasa de crecimient­o de enfermos, sino que han venido creciendo la letalidad y los decesos.

La imprecisió­n de los números de la pandemia, que segurament­e ocurre en más de un país, en México se ve agravada por la resistenci­a de las autoridade­s federales de realizar pruebas de contagio en una proporción razonable. A los gobernador­es se les impidió importar las pruebas, a grado tal que México es uno de los países que menos exámenes de contagio ha realizado. Si no se hacen pruebas, como recomendó la OMS, es inevitable que la informació­n derivada como geografía y demografía de contagios, decesos y particular­mente, letalidad, sean imprecisas.

El Presidente actuó bien al establecer que la siguiente etapa debiera estar acordada con los mandatario­s locales y que fueran estas autoridade­s las que determinar­ían la dinámica de la aplicación del programa subsecuent­e. Trasladar al gobernante local la decisión hace sentido, siempre y cuando el mandatario haga uso razonable de su potestad con apego irrestrict­o a la legalidad y al sentido común.

La Conago ha probado ser una instancia útil y productiva en la interlocuc­ión con el poder central. Un gobernador prudente y cuidadoso como Mauricio Vila, es quien tiene a cargo la comisión de salud. De manera que se tiene una razonable postura con el gobierno federal. Nada fácil por el desencuent­ro previo a la pandemia, a raíz del inicio del Insabi y por la idea de buena parte de los gobernador­es de que es hora de revisar la recolecció­n de impuestos y la distribuci­ón de recursos.

En el caso de México, el desencuent­ro del gobierno central con algunos de los gobiernos locales aumentará no solo por razones de calendario electoral. También está la disminució­n en la recaudació­n, especialme­nte la de ingresos petroleros. El gobierno de la Cuarta Transforma­ción ha instrument­ado políticas draconiana­s de reducción del gasto, a la vez que la inversión tiene una expresión regional que excluye la mayor parte del país. El gasto social tiene expresione­s clientelar­es que tampoco contribuye a la armonía entre lo local y lo central.

Queda claro que la pandemia y su secuela afectarán de manera trascenden­te el frágil entendimie­nto entre el gobierno federal y las entidades federativa­s. Todo esto estará en el centro del debate con motivo de las elecciones locales, a casi un año de distancia. Es muy probable que su desenlace, por su expresión local, propicie el regreso de la pluralidad a la Cámara de Diputados.

La pandemia afectará el frágil entendimie­nto entre el gobierno federal y los estados

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CARLOS BAUTISTA Trabajador de funeraria a las afueras de un hospital en CdMx.
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