Productivo jardín nació del encierro
Pandemia. Lucero y Gabriel, de Guanajuato, han estado durante seis meses en confinamiento estricto
Lucero cumplió seis meses en confinamiento y durante este tiempo pasó por el miedo, la incertidumbre y el coraje; sin embargo, también experimentó la satisfacción de disfrutar de su casa, de haber podido dedicarse a la jardinería y reforzar los lazos con su esposo, así como saber que así cuidaba de ella y de los demás.
“Sentí la conciencia de lo que tengo, de disfrutar lo que es mío y de lo que hemos hecho juntos mi esposo y yo. Viendo lo que estaba pasandoenotrospaísesysobretodo porque había mucha gente que no respetaba, creí que era cuestión de conciencia por ti y por el otro”, cuenta Lucero.
Su familia son solo ella y su esposo Gabriel. Aunque en sus 30 años de matrimonio siempre han mantenido una relación muy estrecha, estos meses los unieron más; crearon juegos, dinámicas de distracción y pudo tener suficiente tiempo para lo que le gusta: su jardín. Ahora tiene guayabas, aguacates, papayas, cebollín y una amplia variedad de flores que van desde rosales, alcatraces y cunas de moisés, hasta orquídeas y nochebuenas.
Fue un confinamiento absoluto, cuyo primer reto era hacer que el resto de la familia lo entendiera; “decidí hacer lo que me tocaba a mí. Mi responsabilidad era cuidarme a mí y eso implicaba cuidar al otro. Había gente que decía ‘de algo nos vamos a morir’ y pues sí, yo fumo y me podría morir por fumadora, pero ¿por qué voy a morirme por algo que no quiero?”.
Lucero y Gabriel viven en Guanajuato y, como las medidas nunca fueron extremas, decidieron no cerrar su taller de bordado ubicado en su propia casa pero, simplemente, los clientes nunca llegaron. Solo una compañía de lácteos les permitió tener ingresos esporádicos estos meses; no obstante, el ingenio los llevó a diseñar sus propios cubrebocas de tela y tener una distracción más.
Con ahorros pudieron sobrevivir y recibieron un crédito del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por no haber despedido a sus trabajadores.
Lucero experimentó todos los sentimientos como sube y baja. La satisfacción de disfrutar sus espacios,sucasayasuesposo,perotambién la frustración y el dolor de no poder abrazar a la gente que quería, y el miedo de no saber cuándo se terminaría la situación.
El único contacto con gente externa que ha tenido Lucero es con sus hermanas Bibis y Queta, quienes también respetaron el confinamiento estos seis meses.