Aprender a ser oposición
Conocíamos muy bien los modos de la oposición al régimen del PRIAN: tomas de tribuna en las Cámaras, obstruccionismo legislativo, incesantes protestas callejeras, agitación, tremebundas acusaciones (“fue el Estado”), catastrofismo (“¡el país se nos está cayendo a pedazos!”), en fin, estaban en lo suyo.
Hoy ya no son los campeones de la desobediencia civil y la resistencia social, sino que tienen el poder. Los opositores son otros y menos visibles en tanto que no acostumbran aquellas prácticas aunque están muy presentes, ahí sí, en las redes sociales.
Ocurre, con todo, que una suerte de movimiento opositor organizado está teniendo un creciente protagonismo. Se llama Frente Nacional Ciudadano, pero ya configurado en acrónimo (Frena) lleva, con dedicatoria personal, una sigla de más, una ‘a’ en la que se abrevia que ese mentado frente, aparte de ciudadano, es anti-AMLO (no logro descifrar la razón por la cual se presentan igualmente como Frenaaa, con esas tres vocales al final; alguien me lo habrá de explicar en su momento).
Buenos alumnos de los alborotadores de antes —aunque, hay que decirlo, declaradamente pacíficos— estos nuevos manifestantes han decidido también apropiarse de los espacios públicos para expresar su descontento ciudadano. El asunto es que su exigencia cardinal es absolutamente descabellada: que se vaya el Presidente de la República, que deje el cargo, que ya no gobierne. Esta perentoria demanda los coloca, a mi entender, en el territorio de la gente que no merece prácticamente ningún crédito. ¿Qué credibilidad puede tener alguien que formula algo así? ¿Cómo se puede validar parecida demanda en un sistema de leyes e instituciones, así de imperfecta que sea nuestra democracia? ¿La postura de quienes se oponen a las políticas y estrategias que está implementando el régimen de la 4T tiene que ser tan extrema y radical? ¿Existe la más mínima posibilidad de negociar algo cuando la primera condición que se enuncia es que el otro ya no esté? ¿Ése es el nivel de la oposición en este país?
Hay algo más: un tufillo de derecha cavernaria dedicada a agitar el espantajo del comunismo. No creo, con perdón, que Frena sea la oposición que necesitamos. Y espero, sobre todo, que no sea la que merecemos.
El asunto es que su exigencia cardinal es descabellada