Cosas imposibles
Si usted estaba buscando una gran película para ir al cine este fin de semana, ya la encontró. Se llama Cosas imposibles, es mexicana, de Ernesto Contreras (Párpados azules) y tiene un reparto inmejorable.
¡Me encantó! ¡Me liberó! ¡Me ayudó! Creo que es lo mejor que me pudo haber pasado después de un año tan terrible. Cosas imposibles es un canto a la amistad, a la mujer, a nuestros adultos mayores, a los chavitos, a la comunidad LGBT+, a la inclusión.
¿De qué trata? No le voy a vender trama para no arruinarle la experiencia, pero en una primera lectura, esto cuenta la historia de una mujer sola, vieja, pobre y encerrada. Suena espantoso, ¿verdad? Pues, ¿qué cree? Se convierte en exactamente todo lo contrario y lo más maravilloso es que cuando uno cree que la historia de va a ir por un lado, ¡zaz!, se va por otro completamente inesperado, y luego por otro, otro y otro hasta dejarnos renovados.
Nora Velázquez, a quien usted seguramente ubica como la di ver ti dí sima Cha be lita de Los comediantes, es la protagonista de esta cinta y le juro que su actuación está de alarido.
Ya la vi formada para el Ariel. ¡Qué tamaño de actriz! ¡Qué manera de construir un personaje! Gloriosa es poco, y Salvador Garcini hace una participación simple y sencillamente magistral. No sé si exista en cine el premio al villano del año, pero yo se lo daría.
Por lo que más quiera en la vida, luche con todas sus fuerzas para ir a ver ya Cosas imposibles. Vaya con sus papás, con sus abuelos, con sus amigos. Cuando llegue al final, todos, invariablemente, sentirán bonito y regresarán a casa transformados, felices, como debe de ser. De veras que sí.