Fuerza de gravedad
Las clavadistas y los clavadistas mexicanos nos han enseñado que es tan importante subir, como bajar. En ese subibaja constante, se encuentran el misterio de la vida y la dificultad del deporte. Nadie está mejor preparado que un clavadista para entenderlo, porque, mientras a la mayoría de los atletas se les califica por su forma de subir, a ellos siempre se le juzga por su forma de caer. La caída de Paola Espinosa ha sido un viaje excepcional: encontró en la plataforma un lugar para mirar el mundo, y en su trampolín, una oportunidad para saltar sobre él. Su carrera, un tenaz salto al vacío, consistió en darle dignidad a su caída.
Hija del aire y el agua, recorrió un millón de veces el camino al precipicio. Cada escalón hasta la cima, representaba un motivo para caer con honor. Algo tienen esta clase de atletas que desafían la gravedad con la naturalidad de un súper héroe, para ella, fue algo más que ciencia ficción. Subió siendo una niña y bajó como madre de familia, en el trayecto, encontramos a la mujer maravilla. Nuestras ilusiones olímpicas no pueden explicarse sin los éxitos de marchistas, boxeadores y clavadistas, ellos forman parte del México más amplio: unos revelan el sentido de la vida andando, otros lo encuentran combatiendo, y algunos lo descubren volando.
Ese viaje entre el cielo y la superficie, es uno de los más largos y emocionantes en la historia del deporte mexicano. Metro a metro y año tras año, la trayectoria de Espinosa llenó de historia el tiempo y el espacio. Cuando este gran salto se acerca al final, queda una hazaña difícil de igualar: pocos deportistas han caído tan alto. Medallista Olímpica y Campeona Mundial, su ausencia en Tokio 2021 deja un tremendo vacío: la cantidad de victorias que hereda a las próximas generaciones, produce vértigo. Cuando una atleta de esta magnitud empieza a despedirse, no hay que buscarle sustituta, sino pedestal.
La trayectoria de Paola Espinosa en el
trampolín llenó de historia el tiempo
y el espacio