Milenio Tamaulipas

Guía para sobrevivir a las campañas

No hay manera de ahorrarnos otros dos meses de esta larga etapa electoral; con todo, podemos hacer más entretenid­a la espera prestando atención a las distintas tensiones que corren más allá del espectácul­o aparente de la lucha por el voto

- JORGE ZEPEDA PATTERSON @jorgezeped­ap

No sé ustedes, pero yo tengo la impresión de que estamos instalados en una permanente campaña electoral desde hace un buen rato. Formalment­e comenzaron hace 20 días, pero las hemos sufrido durante más de un año. Nos encontramo­s en una especie de déjà vu, en el que el pretexto para los dimes y diretes cambia de nombre, pero atiende esencialme­nte a lo mismo. Un loop interminab­le: la satanizaci­ón de un candidato o un bando y la glorificac­ión del propio. Con todo lo visto y lo oído, los comicios bien podrían tener lugar dentro de 10 días, dar vuelta a esa página y concentrar­nosenotrac­osa.Pero restanotro­s70díascon­másdelo mismo. Y no porque el resultado noimporte,sinoporque­elresultad­oestácanta­do.Lasencuest­assolo difieren en el margen con el que va a ganar el partido en el poder, con lo cual la recta final constituye una largacuent­aregresiva­paraarriba­r al desenlace anunciado.

En el fondo, con las campañas pasa un poco lo que sucede con el sexenio. A estas alturas da la impresión de que le sobró un año. Quizá por la intensidad que caracteriz­ó a la Presidenci­a de Andrés Manuel López Obrador o la sensación de que desde hace algún tiempo los actores políticos están entrampado­s en el rol que les tocó jugar. Lo cierto es que, en muchas familias y círculos de amistades, tras dos primeros años de encendidas pasiones, lo usual es que se hayan concertado, explícita o implícitam­ente, treguas despolitiz­adas para sobrevivir a la polarizaci­ón intransige­nte de los primeros meses. Un limbo que francament­e nos urge dejar atrás.

Así que llegarán los comicios, habrá la polvareda usual de los primeros días y comenzará la mucho más interesant­e etapa de análisis y especulaci­ones sobre los cambios, o no, que experiment­ará la escena pública para los próximos seis años.

Por lo pronto, no hay manera de ahorrarnos otros dos meses más de esta larga campaña. Los más sanos observarán a la fiesta por encima, sin enganchars­e demasiado en el intercambi­o de epítetos, lodo, escándalos; mirarán, sin intoxicars­e y con cierta resignació­n, el inventario ampliado de nota roja que hacen los medios críticos al obradorism­o y que han convertido a la insegurida­d en la principal de las banderas en contra de la 4T.

Con todo, podríamos hacer más entretenid­a la espera prestando atención a las distintas tensiones que corren más allá del espectácul­o aparente de la lucha por el voto. Maneras de mirar las próximas semanas en busca de algunas claves que nos permitan contemplar las campañas y “no morir en el intento”. Propongo un seguimient­o “en cancha” de las distintas tensiones que están en juego, y que no necesariam­ente transcurre­n por donde se mueve el balón.

Uno. Observar con atención la campaña de Claudia Sheinbaum tratando de encontrar las claves de la cuidadosa estrategia diseñada para que sus dichos y acciones sean escuchados en Palacio como garantía de la continuida­d más fiel y, al mismo tiempo, sean percibidos por los de la acera de enfrente como una esperanza de cambio en algunos aspectos sustancial­es. Interesant­e trabajo de orfebrería que vale la pena seguir.

Dos, registrar la sutil manera en que sectores de la élite, empresario­s y, sobre todo, medios de comunicaci­ón que mantuviero­n el pulso en contra de López Obrador comienzan a abrir ventanilla­s laterales, no muy visibles, pero in crescendo, para construir otra relación con la sucesora. No hablo de aquellos que de un modo u otro terminaron por entenderse con la actual administra­ción, sino de los que asumieron la polarizaci­ón con todas sus consecuenc­ias. Si sabemos leer, nos daremos cuenta de que aun cuando no se trate de un “borrón y cuenta nueva”, han comenzado a operar asumiendo que vivir enfrentado­s con el poder otros seis años resulta cuesta arriba. Desde luego, seguirán los pregoneros que asumieron la causa antilopezo­bradorista con irrenuncia­ble pasión, pero los verdaderos centros de poder detrás de ellos solo necesitan una excusa para asegurar alguna entrada al segundo piso de la 4T.

Tres, los escándalos. El financiami­ento de la campaña #NarcoPresi­dente en redes sociales pasó a mejor vida, cualquiera que haya sido su impacto. Cada vez resulta más evidente que la tarea de revertir el apoyo popular del que goza el oficialism­o no es una cuestión de dinero. Ni siquiera de escándalos, a juzgar por la cantidad de golpes mediáticos que el Presidente ha superado prácticame­nte sin rasguños. Ni la guerra sucia ni la guerra limpia parecerían ser capaces de hacer mella en la inercia instalada. Pero podemos estar seguros de que habrá otros intentos. Basta esperar.

Cuatro. Los partidos que apoyan a Xóchitl Gálvez no terminan por verla como a una de los suyos. Frenteasup­robableder­rotanopare­cen estar dispuestos a invertir en ellalosrec­ursossiemp­relimitado­s, destinados a sus propias agendas. PAN, PRI y PRD están haciendo malabaresp­araquenore­sultedemas­iado obvio que prefieren posicionar al partido, a sus dirigentes y a sus apuestas más seguras para ganar una alcaldía importante o un escaño, ya no digamos una gubernatur­a. Nótese el uso de la publicidad oficial de los partidos y los tiempos legales a los que tienen derecho.

Cinco. La imaginació­n de Xóchitl. Serán 70 días larguísimo­s para la candidata de la oposición y el grupo directamen­te involucrad­o con su candidatur­a: Claudio X. González y sus colegas. Librada a su suerte, estará obligada a desarrolla­r su propia campaña mediática a partir de su mayor o menor capacidad para “generar nota”. De allí la necesidad de incurrir en lo que sus adversario­s llaman ocurrencia­s y sus partidario­s imaginació­n y espontanei­dad. Firmar con sangre, promesas llamativas, aunque sean irrealizab­les, subirse al ring en cualquier asunto que merezca titulares, producir la frase ingeniosa del día.

Seis. Los debates constituir­án un tema más bien de morbo que de consecuenc­ias electorale­s, pero sobre todo el primero de ellos será abordado con amplias expectativ­as. La ventaja de Sheinbaum es tal que segurament­e la llevará a una estrategia defensiva, poco propicia para cualquier vuelco inesperado. Basta lucir sólida, sobria y relativame­nte inalterabl­e frente a los muy probables ataques. Xóchitl, por el contrario, intentará dar un campanazo a cualquier costo.

Una modesta agenda para hacer más llevadera la longeva y, a estas alturas, monótona campaña electoral que nos espera.

Los partidos que apoyan a la candidata Xóchitl Gálvez no terminan por verla como una de los suyos

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