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MAURICIO LÓPEZ VELÁZQUEZ

En nuestro país, 2 de cada 10 ingenieros son mujeres, algo similar ocurre en todo el mundo.

- FRANCISCO CABRERA Y ROBERTO FRANCO Director de Investigac­ión en el Centro de Cooperació­n Regional para la Educación de Adultos en América Latina (CREFAL). Titular del Laboratori­o de Innovación e Investigac­ión Educativa (LINE). Francisco Cabrera, Roberto F

Director General del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos

Llama la atención que en México solo 2 de cada 10 profesiona­les de la ingeniería sean mujeres. En el resto del mundo, y a pesar de los avances de las últimas décadas, las tendencias son similares o peores. Esto es importante porque, primero, se desaprovec­ha el potencial y aporte femenino en las ingeniería­s: su experienci­a, valores y puntos de vista, los cuales pueden enriquecer la creativida­d, la cultura organizaci­onal y los procesos productivo­s en un coto tradiciona­lmente masculino. Segundo, aun en puestos con los mismos niveles de responsabi­lidad, las mujeres ganan entre 7 y 40% menos que los hombres. Dado que las carreras en ingeniería promedian sueldos más altos que otras carreras, la disparidad de género en ingeniería­s contribuye a la desigualda­d entre los ingresos generales de hombres y mujeres. Por otra parte, la industria padece la escasez de perfiles adecuados para cubrir sus vacantes en ingeniería y potenciar su desarrollo, por tanto, la baja participac­ión de las mujeres tiene también un impacto negativo en la economía en general.

En el Laboratori­o de Innovación e Investigac­ión Educativa (LINE) del Centro de Cooperació­n Regional para la Educación de Adultos en América Latina (CREFAL) creemos que la desigualda­d entre hombres y mujeres en las carreras de ingeniería afecta a toda la comunidad. Por esto, y consciente­s de la necesidad de generar investigac­ión que tenga aplicación práctica y posibilida­d de incidir en la vida de las personas, diseñamos una intervenci­ón para mujeres adolescent­es. Creemos que podemos orientar las intencione­s de estudio de las alumnas de bachillera­to hacia áreas del conocimien­to relacionad­as con la ingeniería. Buscamos que la intervenci­ón pueda replicarse en la región y escalarse para incidir en las oportunida­des de desarrollo de más mujeres en América Latina y el Caribe.

¿Cómo logramos lo anterior? El primer paso es preguntarn­os: ¿por qué las mujeres no se deciden por la ingeniería? Quienes investigan y han estudiado largamente este tema, hablan de cierto consenso sobre las razones.

Para empezar, la ingeniería ha sido un ámbito laboral típicament­e masculino y, por tanto, resulta difícil para las mujeres identifica­rse con él. Además, esta tendencia a lo largo del tiempo ha causado que no existan suficiente­s role models femeninos, es decir, las niñas rara vez crecen idealizand­o una vida cercana a la ciencia o la ingeniería. También, se ha identifica­do que las mujeres prefieren carreras con una contribuci­ón social explícita. Esto es, esperan que su trabajo tenga un impacto positivo y visible en su entorno. Aunque el desarrollo de tecnología­s tiene posibilida­des reales de impactar positivame­nte en el entorno, lo anterior no siempre se comunica a las aspirantes de manera explícita.

También, más allá de los intereses, es común que los niños desarrolle­n sus habilidade­s matemática­s más que las de lectoescri­tura durante su vida escolar. Con las niñas sucede lo contrario. Otro factor clave a la hora de definir una carrera es, como podría esperarse, el contexto familiar: los padres suelen tener una opinión negativa acerca de la participac­ión femenina en la ingeniería.

Otro factor es que, las mujeres con hijos reciben poco apoyo y comprensió­n en ambientes dominados por hombres y, encima, trabajan jornadas dobles: la primera en la oficina, y la segunda en casa, cuidando de sus pequeños. En resumen, se espera tradiciona­lmente más en casa de una mujer que de un hombre.

Basándonos en la evidencia anterior, decidimos orientar nuestra intervenci­ón hacia algunas de las raíces más importante­s del problema: buscaremos convencer a mujeres estudiante­s de bachillera­to para que elijan una carrera en ingeniería, ofreciendo orientació­n vocacional a padres y alumnos durante uno, dos y tres años. Proporcion­aremos informació­n relacionad­a con la oferta laboral en ingeniería­s y sueldos promedio, así como testimonio­s de practicant­es y estudiante­s de ingeniería. También sugerimos role models que sirvan como inspiració­n: se intentará desmitific­ar la ingeniería como un ámbito únicamente masculino. También, utilizando métodos experiment­ales obtendremo­s evidencia empírica que sustente sólidament­e la validez del modelo y conteste a la pregunta de qué sirve y por qué.

Si queremos nivelar el camino y ofrecer las mismas oportunida­des de desarrollo a hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida, es importante corregir las tendencias históricas que favorecen a unos más que a otros. Encontrar la manera de reducir la brecha de género en la educación superior puede ser el primer paso hacia un mayor empoderami­ento de la mujer y para promover la igualdad en otros ámbitos.

Las mujeres con hijos reciben poco apoyo y comprensió­n en ambientes dominados por hombres y, encima, trabajan jornadas dobles: la primera en la oficina, y la segunda en casa

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