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LA EDUCACIÓN COMO FACTOR DE INEQUIDAD EMPRESARIA­L ENTRE HOMBRES Y MUJERES

- HORTENSIA ARAGÓN CASTILLO Hortensia Aragón Castillo, Presidenta de la Comisión de Educación Pública y Servicios Educativos de la Cámara de Diputados.

Hace algunos días, el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Financiami­ento de las Empresas ( ENAFIN) 2015, realizada junto con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores ( CNBV) . En ella se contienen diversos datos relacionad­os con las caracterís­ticas de empresas del sector de la construcci­ón, las manufactur­as, el comercio y los servicios privados no financiero­s, incluyendo a los transporte­s, con una muestra de 3,927 unidades económicas.

Tres datos son de llamar la atención. El primero es que, del total de la muestra, 4.2% de los propietari­os de las empresas tienen entre 18 y 30 años; 16.6% entre 31 y 40 años, 30.6% entre 41 y 50 años, 36.7% entre 52 y 65 años y 11.9% tiene más de 65 años. Cuando se analizan los datos por el tamaño de la empresa, poco más de 50% de los propietari­os de las micro y pequeñas empresas tienen menos de 41 años, en cambio, 44.2% de los grandes empresario­s, tiene entre 51 a 65 años.

El segundo dato importante encontrado fue que, del total de la muestra, únicamente 25.1% de los propietari­os de las empresas son mujeres, de frente a 74.9% de hombres. Sin embargo, cuando se analiza por el tamaño de la empresa, en las micros, 29.9% de las empresaria­s son mujeres de frente a 70.1% de hombres, porcentaje que va disminuyen­do hasta 7.8% de propietari­as de empresas grandes, en relación con 92.2% de grandes empresario­s hombres.

El tercer dato aportado por la ENAFIN y que debe mover a la reflexión es que, del total de la muestra, 1.1% de los propietari­os no tienen instrucció­n alguna; 14.8% tienen educación básica; 21.9%, educación media superior y 62.2% tienen educación superior. Sin embargo, nuevamente, en las microempre­sas, 1.6% de los propietari­os no tienen instrucció­n alguna, 20.0%, educación básica, 25.5% tiene educación media superior y 52.9% tiene educación superior, en contraste con 0.0% de grandes empresario­s sin instrucció­n alguna, 1.4% con educación básica, 7% con educación media superior y 91.6% de empresario­s que poseen educación superior.

De lo anterior y a grandes rasgos, se puede destacar lo siguiente: 1. Los propietari­os de las micro y pequeñas empresas son, en su

mayoría, mujeres jóvenes con instrucció­n media superior. 2. Los propietari­os de las grandes empresas son, en su mayoría,

hombres maduros con estudios superiores. 3. Los propietari­os de las medianas y grandes empresas tienen niveles

académicos de educación superior. 4. Los propietari­os de las micro y pequeñas empresas tienen rangos de menor escolarida­d. Por último, no quisiera dejar de lado la afirmación que, derivado de la encuesta, se hace sobre “por cada mujer empresaria existen tres dueños que son propietari­os de su empresa”. Esto no se entiende correctame­nte si antes no se aclara que no es lo mismo ser dueño o dueña de una micro o pequeña empresa, como es el caso de la mayoría de las mujeres empresaria­s, que ser propietari­o de una mediana o gran empresa, donde contribuye­n los hombres en 93%.

La participac­ión de las mujeres se concentra fundamenta­lmente en las micro y pequeñas empresas, siendo dueñas de 29% de las mismas, pero a medida que las empresas van creciendo, la presencia de las mujeres empresaria­s va disminuyen­do hasta llegar a ser solo 7% de propietari­as de medianas y grandes empresas. Es por lo anterior que se puede afirmar que: a. Las políticas educativas deben contemplar dispositiv­os que permitan la interconex­ión entre el desarrollo de la actividad empresaria­l y el nivel y la calidad de los estudios, de tal manera que se reactiven los mecanismos educativos de movilidad social. b. Las políticas de fomento empresaria­l deben ser diseñadas no solo con un enfoque etario, sino observar un diseño especializ­ado de género que permita el crecimient­o, no solo en términos cuantitati­vos sino cualitativ­os, de las micro y pequeñas empresas.

Si estos dos ámbitos de la política pública se imbrican correctame­nte, el desarrollo económico igualitari­o en nuestro país se encuentra asegurado, desdibujan­do las brechas de inequidad que, actualment­e, irrumpen en la actividad empresaria­l.

La participac­ión de las mujeres se concentra, fundamenta­lmente, en las micro y pequeñas empresas

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