EDUCACIÓN PARA LA IGUALDAD
Es indispensable en las escuelas una auténtica educación para transformar las relaciones de género y construir sistemas educativos inclusivos.
Como menciona la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) 1, es importante tomar conciencia de que el lenguaje no es una simple herramienta de comunicación, neutra y sin sustento cultural, social o político, sino el medio por el cual las personas y las sociedades enteras entienden al mundo, lo organizan y sobre todo, comunican sus valores, así como los mitos, las tradiciones, la historia y la cultura popular. El lenguaje y ciertos conceptos en la educación participan así, en el tipo de relaciones sociales que establecemos y contribuyen a la subordinación o al empoderamiento de mujeres y niñas.
Para Rosa Cobo, el concepto de género no solo designa lo que en cada sociedad se atribuye a cada uno de los sexos, sino que denuncia esta conversión cultural de la diferencia en desigualdad. 2 Así, entender los conceptos de igualdad, equidad, género, perspectiva o transversalización de género, no discriminación, entre otros, representa una posibilidad de educar para la igualdad; aunque no se trata de comprender las definiciones, sino de entender el sentido profundo de estos conceptos y, sobre todo, de aplicarlos, para empezar a trabajar la igualdad en la educación.
Hoy en día, debemos reconocer, sin embargo, que el concepto de género tiene el peligro de la “vulgarización” y de la “manipulación”, dado que equivocadamente se ha asimilado género con mujer y no con relaciones sociales de género, o peor aún, hay quienes mencionan a la llamada “ideología de género” para transmitir una idea errónea y manipuladora, con objeto de perpetuar las relaciones de desigualdad que existen entre hombres y mujeres.
Por eso, una tarea para la educación es propiciar la conciencia de que el género compromete a todos y todas, a partir de la reflexión desde la experiencia. La primera prioridad sería entonces, lograr esta conciencia en los educadores y administradores de la educación.
En este sentido, se debe reconocer que la cultura se encuentra impregnada de una cosmovisión de género que históricamente ha tenido un carácter androcéntrico, es decir, refleja una visión desde lo masculino. Una postura patriarcal, por ejemplo, es aquella que busca justificar el papel subordinado de las mujeres como algo natural o supuestamente normal, por ejemplo, para situarlas en funciones reproductivas prioritariamente. Discurso que termina justificando la discriminación de las mujeres en diversos ámbitos como el político, económico, social e incluso, el educativo.
Recordemos que hace apenas, poco más de medio siglo, se confinaba a la mujer en los espacios cerrados del hogar, privados y familiares; un mandato por su propia naturaleza femenina.
La división entre lo público y lo privado fue por mucho tiempo incuestionable e inamovible, no solo por el poder político o la familia, sino por destacados pensadores4 que hicieron de esta división del trabajo, el mayor obstáculo a la visibilidad y participación de las mujeres en el ámbito público y social.
El empoderamiento constituye un proceso de autoafirmación, de autonomía a través del cual las mujeres y las niñas desarrollan capacidades, oportunidades, recursos, bienes, derechos y poderes para tomar decisiones sobre sus vidas y en su caso, controlar y transformar su rumbo. Una auténtica educación para la igualdad de género, es indispensable en las escuelas, en la currícula explícita y oculta, para transformar las relaciones de género y construir sistemas educativos inclusivos y democráticos.
El empoderamiento constituye un proceso de autoafirmación, de autonomía a través del cual las mujeres y las niñas desarrollan capacidades, oportunidades, recursos, bienes, derechos y poderes para tomar decisiones sobre sus vidas
[ 1] Annie Desprez- Bouanchaud, Pour l’égalité de sexes dans le langage. Unité pour la promotion de la condition de la femme et l’égalité des sexes. UNESCO, Paris, 1999. [2] Cobo, Rosa (1995): Género, en 10 palabras claves sobre Mujer, Amorós, Celia (directora). Navarrra: Ed. Verbo Divino. 1995, p.55. [3] Graciela Messina, en UNESCO. Igualdad de género en la educación básica de América Latina y el Caribe (estado del arte) 2001. Andros impresores, p. [4] Destaca por ejemplo, Rousseau, Hobbes, Nietzsche, entre otros pensadores sociales. Cfr. Amelia Valcárcel. Feminismo en el mundo global. Cátedra/universitat deValència/Instituto de la Mujer, Colección Feminismos, Madrid, 2008. 340 pp [5] UNESCO. Igualdad de género en la educación básica de América Latina y el Caribe (estado del arte) 2001. Andros impresores, p. 7