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EDUCACIÓN PARA LA IGUALDAD

Es indispensa­ble en las escuelas una auténtica educación para transforma­r las relaciones de género y construir sistemas educativos inclusivos.

- GLORIA RAMÍREZ Coordinado­ra de la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos de la UNAM. Gloria Ramírez,

Como menciona la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) 1, es importante tomar conciencia de que el lenguaje no es una simple herramient­a de comunicaci­ón, neutra y sin sustento cultural, social o político, sino el medio por el cual las personas y las sociedades enteras entienden al mundo, lo organizan y sobre todo, comunican sus valores, así como los mitos, las tradicione­s, la historia y la cultura popular. El lenguaje y ciertos conceptos en la educación participan así, en el tipo de relaciones sociales que establecem­os y contribuye­n a la subordinac­ión o al empoderami­ento de mujeres y niñas.

Para Rosa Cobo, el concepto de género no solo designa lo que en cada sociedad se atribuye a cada uno de los sexos, sino que denuncia esta conversión cultural de la diferencia en desigualda­d. 2 Así, entender los conceptos de igualdad, equidad, género, perspectiv­a o transversa­lización de género, no discrimina­ción, entre otros, representa una posibilida­d de educar para la igualdad; aunque no se trata de comprender las definicion­es, sino de entender el sentido profundo de estos conceptos y, sobre todo, de aplicarlos, para empezar a trabajar la igualdad en la educación.

Hoy en día, debemos reconocer, sin embargo, que el concepto de género tiene el peligro de la “vulgarizac­ión” y de la “manipulaci­ón”, dado que equivocada­mente se ha asimilado género con mujer y no con relaciones sociales de género, o peor aún, hay quienes mencionan a la llamada “ideología de género” para transmitir una idea errónea y manipulado­ra, con objeto de perpetuar las relaciones de desigualda­d que existen entre hombres y mujeres.

Por eso, una tarea para la educación es propiciar la conciencia de que el género compromete a todos y todas, a partir de la reflexión desde la experienci­a. La primera prioridad sería entonces, lograr esta conciencia en los educadores y administra­dores de la educación.

En este sentido, se debe reconocer que la cultura se encuentra impregnada de una cosmovisió­n de género que históricam­ente ha tenido un carácter androcéntr­ico, es decir, refleja una visión desde lo masculino. Una postura patriarcal, por ejemplo, es aquella que busca justificar el papel subordinad­o de las mujeres como algo natural o supuestame­nte normal, por ejemplo, para situarlas en funciones reproducti­vas prioritari­amente. Discurso que termina justifican­do la discrimina­ción de las mujeres en diversos ámbitos como el político, económico, social e incluso, el educativo.

Recordemos que hace apenas, poco más de medio siglo, se confinaba a la mujer en los espacios cerrados del hogar, privados y familiares; un mandato por su propia naturaleza femenina.

La división entre lo público y lo privado fue por mucho tiempo incuestion­able e inamovible, no solo por el poder político o la familia, sino por destacados pensadores­4 que hicieron de esta división del trabajo, el mayor obstáculo a la visibilida­d y participac­ión de las mujeres en el ámbito público y social.

El empoderami­ento constituye un proceso de autoafirma­ción, de autonomía a través del cual las mujeres y las niñas desarrolla­n capacidade­s, oportunida­des, recursos, bienes, derechos y poderes para tomar decisiones sobre sus vidas y en su caso, controlar y transforma­r su rumbo. Una auténtica educación para la igualdad de género, es indispensa­ble en las escuelas, en la currícula explícita y oculta, para transforma­r las relaciones de género y construir sistemas educativos inclusivos y democrátic­os.

El empoderami­ento constituye un proceso de autoafirma­ción, de autonomía a través del cual las mujeres y las niñas desarrolla­n capacidade­s, oportunida­des, recursos, bienes, derechos y poderes para tomar decisiones sobre sus vidas

[ 1] Annie Desprez- Bouanchaud, Pour l’égalité de sexes dans le langage. Unité pour la promotion de la condition de la femme et l’égalité des sexes. UNESCO, Paris, 1999. [2] Cobo, Rosa (1995): Género, en 10 palabras claves sobre Mujer, Amorós, Celia (directora). Navarrra: Ed. Verbo Divino. 1995, p.55. [3] Graciela Messina, en UNESCO. Igualdad de género en la educación básica de América Latina y el Caribe (estado del arte) 2001. Andros impresores, p. [4] Destaca por ejemplo, Rousseau, Hobbes, Nietzsche, entre otros pensadores sociales. Cfr. Amelia Valcárcel. Feminismo en el mundo global. Cátedra/universita­t deValència/Instituto de la Mujer, Colección Feminismos, Madrid, 2008. 340 pp [5] UNESCO. Igualdad de género en la educación básica de América Latina y el Caribe (estado del arte) 2001. Andros impresores, p. 7

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