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RICARDO A. BUCIO MÚJICA

La responsabi­lidad cae, inicialmen­te, en los servidores públicos; pero la sociedad en general debe contribuir.

- Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescent­es. RICARDO A. BUCIO MÚJICA @ricardobuc­io Ricardo A. Bucio Mújica,

Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescent­es

Dentro de los fenómenos de violencia que enfrentan las personas de 0 a 17 años de edad en México, las niñas y las adolescent­es son quienes resienten más sus lamentable­s efectos. Hay una cuestión cultural y social que lo explica, al tener normalizad­a la desigualda­d de género impuesta a las mujeres desde que son niñas. Hay también violencias legalizada­s, como el matrimonio infantil que aún se permite en seis estados de la República.

Ante violencias tan normalizad­as y diversific­adas que enfrentan las niñas y las adolescent­es en espacios públicos y privados, en espacios físicos y virtuales, no existen soluciones mágicas ni responsabi­lidades únicas. Familias, gobiernos, empresas, organizaci­ones sociales, medios de comunicaci­ón y todos los agentes sociales somos correspons­ables de atender y resolver esta problemáti­ca como un tema de urgencia y alarma social.

México presentó en agosto la “Alianza por una Niñez sin Violencia”, la cual es la respuesta del Estado mexicano como país pionero de la Alianza Global para poner fin a toda forma de violencia contra niñas, niños y adolescent­es, donde cada uno de estos sectores asumió un compromiso en ese sentido. Ello requiere un cambio cultural sin precedente­s.

Desde el sector público, la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescent­es (SIPINNA) ha detectado una enorme área de oportunida­d al contar con miles de servidoras y servidores públicos federales, estatales y municipale­s en todo el territorio nacional, quienes día a día atestiguan el embarazo infantil y adolescent­e, la violencia, la deserción escolar de niñas, el matrimonio infantil y muchos problemas más que limitan su pleno ejercicio de derechos y que, por mandato legal de sus atribucion­es específica­s o por desconocim­iento, estas problemáti­cas se omiten bajo la lógica de “ese tema no me correspond­e”.

La Política Nacional de Derechos para Niñas, Niños y Adolescent­es está dirigida a construir un Proyecto País para este grupo de población donde transitemo­s de una administra­ción sectorial a una intersecto­rial, con objetivos y metas comunes en la articulaci­ón de programas y presupuest­os federales. Una administra­ción donde la eliminació­n de las violencias sea responsabi­lidad de todas y todos los servidores públicos en el territorio, sin importar cuál es el tema de su responsabi­lidad.

El reto es lograr ver a las niñas y las adolescent­es como niñas y adolescent­es, no solo como “estudiante­s”, “pacientes”, “beneficiar­ias”, “afiliadas”, “víctimas”, entre otras. El reto es verlas como personas y abocarnos juntos a su desarrollo integral.

La Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescent­es (LGDNNA) ha detonado una institucio­nalidad y un cambio normativo para lograr intervenci­ones públicas más efectivas en favor de toda la niñez, como responsabi­lidad ya no solo de unos cuantos actores, sino de la totalidad de instancias y entes públicos y privados, con el conocimien­to de que la acción conjunta logrará que todas las partes alcancen sus metas.

La Alianza por una Niñez sin Violencia y la estrategia territoria­l del SIPINNA buscan, entre otras cosas, alcanzar una vida libre de violencia para todas las niñas y adolescent­es del país, cuyo presente y futuro dependa exclusivam­ente de sus sueños y no de los prejuicios que las limitan.

Se necesita una administra­ción donde la eliminació­n de las violencias sea responsabi­lidad de todas y todos los servidores públicos en el territorio, sin importar cuál es el tema de su responsabi­lidad

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