LAS MUJERES EN ESPACIOS MEDIÁTICOS
Las que se dedican al periodismo deportivo y las mismas deportistas se han encontrado, una y otra vez, con situaciones de discriminación que atentan no solo a su trabajo, sino a su persona.
El deporte y el futbol son considerados como la última trinchera de la masculinidad. Tal pareciera que hay voces fantasmagóricas que ocupan las esquinas de los estadios, las canchas, los estudios de televisión y las salas de las casas de los aficionados y que repiten incesantemente: “Este lugar es nuestro, aquí seguimos ganando y lo haremos por siempre”. Por muy ridícula que pueda parecer esta escena, las colegas que se dedican al periodismo deportivo y las mismas deportistas se han encontrado una y otra vez con situaciones muy similares, sino es que peores y más grotescas.
No es de sorprenderse que en un ámbito dominado por la competencia, quienes detentan el poder suelan pensar que esto se trata de una pérdida de sus privilegios pero, sobre todo, de una carrera para ver quién es el más fuerte. Está claro que si comparamos el físico y hacemos una competencia, literalmente, en muchos casos el ganador será el competidor masculino (aunque como Billie Jean King ya demostró hace años, esta no es una regla y ha habido incontables excepciones). No obstante, la competencia es mucho más brutal, injusta y poco visible de lo que cualquier otro partido o carrera podría significar.
La participación de las mujeres en los espacios mediáticos enfocados en deportes es escasa en cuanto a las historias y también a quien las presenta. Las sillas siguen estando ocupadas generalmente por hombres, mientras que las mujeres ocupan lugares al costado del estudio y siempre de pie.
En cuanto a las historias contadas tampoco podemos hablar de una representación acorde a la población femenina. De 86 portadas de periódicos de circulación nacional ( Récord, Cancha y La Afición) contabilizadas por Global Monitoring Media Project 2015, ninguna estaba protagonizada por mujeres, ni siquiera por hombres y mujeres juntos. Esto se vuelve todavía más dramático cuando notamos que de las fotografías de mujeres en los medios deportivos digitales, 89% de las imágenes no representa a mujeres, 5% a mujeres y deporte, y 6% a mujeres sin referencia al deporte. Es decir, la presencia de las mujeres en la narrativa deportiva está sujeta generalmente a su físico, si es que son incluidas. Podemos hablar, entonces, de una narrativa en la que los hombres se espejean con sus semejantes en un espacio creado por ellos, para ellos y con las reglas que únicamente ellos pueden cambiar. Este último punto es, precisamente, el que Versus, A.C. ha buscado cambiar desde su nacimiento.
El diálogo debe existir y para ello se necesitan indudablemente dos partes que participen. Sin embargo, no será posible que se escuchen si una detenta un megáfono con el que se comunica con otros poseedores de megáfono mientras a la otra le han puesto un bozal que de vez en cuando le quitan para recordarse con sus megáfonos lo bien que se ven dejando murmurar a alguien más.
La representación de las personas en medios tan vastos como los deportivos marca también cómo nuestra miopía nos impide ver a una sociedad más compleja, interseccional y con un sinnúmero de historias para contar que orienten a otras y a otros hacia los valores que el deporte busca representar.
Esta no es una competencia por quitarle a quienes ya se han acomodado en una zona que también resulta perjudicial para ellos, sino para caminar todos hacia un lugar en el que el mirar a otras personas que son diferentes a nosotros nos enriquezca y funja como un vehículo de restauración del tejido social a través del deporte y sus historias. Esto no puede suceder si quienes han detentado el discurso durante siglos pretenden seguir viendo el mundo con un solo ojo, en vez de abrir los dos.
La presencia de las mujeres en la narrativa deportiva está sujeta generalmente a su físico, si es que son incluidas