FEMINISMO Y DEMOCRACIA PARITARIA
Ambos ayudan a organizar social y políticamente los derechos de las mujeres para que exista igualdad en los distintos sectores de la sociedad.
La agenda feminista en los últimos cinco años se vio marcada por dos sucesos trascendentales; 1) La situación de violencia feminicida y 2) Las reformas legales que establecen la paridad entre los sexos en los cargos de elección popular, que permitieron la participación masiva de las mujeres en la vida política de las mujeres mexicanas. Las violencias de género contra niñas y mujeres se han incrementado en el ámbito de la vida pública y privada, desde el familiar, laboral, comunitaria, institucional, escolar, medios de comunicación, que en su conjunto marcaron una situación de violencia feminicida, 47,154 asesinadas y 15,000 violaciones acompañadas de un alto grado de impunidad, al ser consignados solamente 25%.
Las mujeres desaparecidas se acumulan en miles y el aparato de justicia, aparece observado e impasible dejando que esta situación progrese y contribuyendo desde la omisión, con la impunidad de los culpables, muchos de ellos agrupados en redes delincuenciales, de trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual.
Las mujeres asesinadas, niñas, jóvenes, profesionistas, amas de casa, estudiantes, que aparecen con los signos más infames, incluyendo la tortura sexual o violaciones, se exhiben en todos los Estados.
En la actualidad, existen 27 Estados con alertas de violencia de género; sin embargo, no se aplican las medidas urgentes para prevenir, atender, sancionar y erradicar los feminicidios.
El federalismo es letra muerta en el cumplimiento a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, los tres niveles de gobierno y todos los poderes evaden su ineficiencia, acusándose entre todos en una “danza lúgubre” en donde se revictimiza a las mujeres por ser asesinadas, por denunciar, por trabajar y hasta por existir.
Las políticas públicas se pierden en una red de protocolos, mecanismos, sistemas burocráticos, presupuestos simulados y entramados institucionales, totalmente insuficientes para hacer frente a la desigualdad y violencia que viven mujeres y niñas.
El sistema político que reconoció la paridad para las mujeres en los puestos de elección como un mecanismo para lograr la igualdad, no discriminación, y empoderamiento de las mujeres y niñas, inmediatamente preparó su embate contra esta misma reforma. Los partidos políticos se han convertido en organismos de resistencia patriarcales y sexistas que impiden el avance de los derechos humanos de las mujeres en México.
La violencia política se consolida y reproduce de forma alarmante, en estas entelequias que se han desdibujado y que se reúnen en coaliciones, mezcla de ideologías de derechas y de izquierdas, y cuyo resultado es su compromiso sellado para invisibilizar y violentar a las mujeres, al desaparecer de su plataforma, el derecho a su vida, su cuerpo y su libertad, incluyendo el derecho a abortar.
Por otra parte, la dispersión del movimiento feminista en diversas asociaciones, grupos o redes que defienden su coto de influencia dispersa y disminuye visiblemente el logro de un cambio democratizador, que respete integralmente los derechos humanos, erradique la discriminación y las violencias contra las mujeres y logre el acceso integral a la justicia. En este contexto surge como alternativa un pacto político entre feministas para evitar el retroceso que se vislumbra y lograr la consolidación de la Democracia paritaria, única garantía para el acceso a una vida libre de discriminación y violencia para las mujeres y niñas del país.
La alternativa es un pacto político entre feministas para evitar el retroceso que se vislumbra y lograr la consolidación de la democracia paritaria, para el acceso a una vida libre de discriminación y violencia