EDUCAR SIN ESTEREOTIPOS, UN DERECHO DE NIÑAS Y NIÑOS
Los estereotipos de género son altamente nocivos para los derechos de las niñas y los niños, ya que determinan, de manera arbitraria y muchas veces inconsciente, cómo deben ser, qué deben hacer y cómo deben comportarse en su entorno social, dando lugar, desde la infancia y a lo largo de toda la vida, a situaciones de desigualdad, discriminación y violencia. Tienen tal arraigo social y cultural, que llegan a predestinar el futuro y proyectos de vida de niñas y niños, que empiezan a manifestarse desde que nacen, con la aparente inofensiva práctica de comenzar a distringuirlos por colores de acuerdo con su sexo, ellos de azul, ellas de rosa.
Estos estereotipos se han convertido en un verdadero instrumento de “entrenamiento social” para perpetuar el control y sometimiento sobre las mujeres. Desde niñas se les entrena para ser madres, tiernas, cuidadoras, abnegadas, sufridas, dóciles, débiles y obedientes. Se les entrena para vivir para los demás y no para sí mismas. La que se revela a estos designios, paga muy caro las consecuencias de su atrevimiento, que van, desde el severo señalamiento familiar y social hasta la muerte violenta.
Para la ONU, un estereotipo de género es una opinión o un prejuicio generalizado acerca de atributos y características que hombres y mujeres poseen o deberían poseer y de las funciones sociales que ambos desempeñan y, es nocivo cuando limita su capacidad para desarrollar sus facultades personales, realizar una carrera profesional y tomar decisiones acerca de sus vidas y sus proyectos.
Así, por ejemplo, si se considera que las mujeres están predestinadas a la procreación y son mejores para las labores de cuidado, se les impondrá ser madres y sobre ellas recaerá de manera, casi exclusiva, el cuidado de las hijas e hijos, así como de las personas enfermas y mayores de edad; si se considera que las mujeres son propiedad sexual de los hombres, se justificará entonces el acoso y hostigamiento sexual, la violación e incluso el feminicidio.
Así podemos seguir con la larga lista de estereotipos de género y sus graves consecuencias sobre los derechos humanos de las mujeres. Por eso, lo primero que debemos hacer es saber que existen e identificarlos para erradicarlos.
En el ámbito del derecho internacional de los derechos humanos, como Estado mexicano, nos hemos obligado a eliminar la discriminación contra hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida. Esta obligación nos exige adoptar medidas para abordar los estereotipos de género, tanto en la esfera pública como en la privada, así como evitar su utilización.
La Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), establece en su artículo 5 que “los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres”. Hace poco más de una década, con la entrada en vigor de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, el Inmujeres impulsó la revisión de los libros de texto gratuito para eliminar imágenes y lenguaje estereotipado y sexista. Se logró un importante avance, pero esta tarea no ha concluido del todo, hay que concretar el cambio social y cultural para que los estereotipos de género pierdan vigencia.
Debemos seguir trabajando para garantizar a las niñas y niños de nuestro país una educación formal y no formal, libre de estereotipos de género si es que deseamos concretar una sociedad en la que la discriminación y violencia contra las niñas y mujeres, simplemente no tenga cabida.
Debemos adoptar medidas para abordar los estereotipos de género, tanto en la esfera pública como en la privada, así como evitar su utilización