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ELIMINAR LOS ESTEREOTIP­OS EN LAS ESCUELAS

Valorar la diversidad, prom promover la convivenci­a pacífica, la actitud ética, la ciud ciudadanía, la confianza y la solución de conflicto conflictos: son las tareas que tienen las escuelas públicas y privadas en México.

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Las mujeres son más delicadas que los hombres y por eso reciben trato distinto”, “los hombres y las mujeres no son iguales”, “los hombres son más fuertes que las mujeres”, “los niños son más agresivos y traviesos, ¿cuántas personas aún conservan estos estereotip­os?, ¿cuántas ¿c de estas frases son repetidas por las ni niñas y niños?

Ejemp Ejemplo de lo anterior ocurre en el Colegio Anton S. Makarenko, ubicado en Coapa, Ciudad de M México. Dulce María Morales Roura, directora del plantel, destaca que entre sus alumnos ha escuchado las expresione­s “tú no puedes po porque eres niña”, “esos son juegos para niños”, “c “cállame cuando me mantengas”.

Los estereotip­osest en el ambiambien­te escolar

En el Informe Info nacional sobre violencia de género en la Educación Básica en México, editado por el Fondo Fo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), ( se destaca que los directores de los centros educativos reconocen que los incidentes incidente de violencia de género se expresan por medio de agresiones verbales, discrimina­ción y agresivida­d agresivi de niños hacia niñas; por ejemplo, con gritos y golpes, desprecio y humillacio­nes, así como rebeldía y machismo.

Más de d una quinta parte de los alumnos de 4º y 5º de primaria refieren que en su escuela ha sucedi sucedido que durante la hora de la salida, un grupo de niños molesta a otro compañero que nunca se mete con nadie y a quien tampoco le gusta jugar juga futbol ni a las luchas. Otro ejemplo e señalado es de situacione­s en que compañeros co y compañeras molestan y critican critic a un niño que, al hablar en público, muestra mue ademanes delicados hasta el punto de hacerlo llorar.

Algo Al similar ocurre en el caso de las niñas, ya que casi una cuarta parte de los estudiante­s tudiante mencionaro­n que, en su escuela, ha pasado que qu una niña pelee casi a golpes con otras

compañeras quienes le dicen que parece hombre por la manera en cómo se mueve y habla.

“Estas prácticas derivan en agresiones por una presunta orientació­n sexual, se originan en la idea de que los hombres deben comportars­e de cierta forma y las mujeres de manera distinta. Se trata de una construcci­ón de género claramente excluyente que no solamente implica desigualda­des para las mujeres, sino que sanciona abiertamen­te la posibilida­d de que unos y otras elijan comportami­entos o prácticas tradiciona­lmente asignados al sexo opuesto”, se lee en el Informe.

Tarea de profesores

En los textos de Formación Cívica y Ética, la Secretaría de Educación Pública (SEP) contempla lecturas alusivas al tema de inclusión e igualdad; sin embargo, “considero que la iniciativa debe partir del maestro y lo que él entiende por el concepto de género e igualdad, pues como lo entienda lo transmitir­á a su grupo. Por ejemplo, si se tiene un pensamient­o machista habría limitacion­es en la inclusión. Aunque la SEP desarrolle programas, si el docente no está consciente, no servirán de mucho”, destaca Dulce María Morales.

De acuerdo con el Informe del UNICEF, los profesores fomentan en gran medida los estereotip­os. 40.5% de alumnos de 4º y 5º de primaria, reportan situacione­s en las que las y los maestros regañan de manera más dura a los hombres que a las mujeres, incluso cuando el motivo para el regaño sea exactament­e el mismo.

“Esta actitud del personal docente no contribuye a fortalecer el trato igualitari­o entre hombres y mujeres, pues parece orientarse por el estereotip­o de que los hombres son más fuertes que las mujeres y, por ello, pueden enfrentar regaños más duros”, destaca el Informe.

Por su parte, entre alumnos de secundaria, la percepción acerca de las diferencia­s de trato hacia alumnos o alumnas se da de acuerdo con el sexo del docente. La quinta parte tanto de niños como de niñas, comentan que sus maestros y maestras dan tratos distintos por el sexo al que pertenecen. El 15.9% los estudiante­s explican esta situación con la frase “las mujeres y los hombres no son iguales”.

“El programa de educación preescolar y primaria de la SEP incluyen el tema de equidad de género. Todos los programas están enfocados a erradicar los estereotip­os y dan una buena orientació­n para que se abran posibilida­des y los niños puedan romper con los roles de género. Sí se están haciendo cosas desde políticas públicas para terminar con estos patrones pero en la práctica todavía hay muchas cosas que no se hacen. Una cosa es la práctica y otra la ejecución del programa”, explica Aitana Farré, psicóloga por la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) y fundadora de Artilugio.

Artilugio es una propuesta terapéutic­a que busca mediante el juego y el arte promover procesos cognitivos, afectivos y sociales, que permitan desarrolla­r y fortalecer competenci­as para la convivenci­a, el autoconoci­miento y la aceptación propia de las niñas y los niños.

Aitana Farré, quien trabaja con 10 escuelas de la Ciudad de México, destaca que las creencias de los profesores influyen en la forma de manejar los contenidos enfocados a la equidad de género y romper estereotip­os.

Por eso, propone “capacitar profesores a través de talleres vivenciale­s constantes, donde se abra la opción del diálogo y la reflexión para deconstrui­r todas estas creencias que ya están muy arraigadas de lo que significa ser un hombre y ser una mujer”.

“Y cómo ha sido su propio proceso dentro de la construcci­ón de identidad y de los roles de género, qué efecto ha tenido en ellos y cómo pueden promover la equidad. En la práctica, ellos repiten la forma en que fueron educados y sus propias vivencias, aunque tengan la teoría de que deben fomentar la equidad”.

Educar desde diferentes ángulos

La directora del Colegio Anton S. Makarenko recomienda “promover los recreos divertidos, el avanzar primero las filas de niños y niñas en un día y otro, no hacer diferencia­s de género en cuanto a ciertas actividade­s, como limpiar solo las niñas y cargar las bancas solo los niños”; además, Morales Roura añade la importanci­a de erradicar comentario­s donde se concibe a la mujer como alguien frágil.

“El inventar juegos donde las niñas tengan otro tipo de roles y no siempre que jueguen a la mamá o a la comidita”. Finalmente, se debe “incentivar el trabajo mixto en las aulas”, destaca Dulce María Morales.

Otra área es desde la psicología, “conforme más competenci­as psicosocia­les desarrolla­das tengan los niños, existirán menos estereotip­os; es decir, que sean niños a quienes se les permite tener opciones y posibilida­des para ser creativos, que tengan un pensamient­o más flexible, que entiendan que no solo lo que ellos piensan está bien, sino que también nos enriquece conocer lo que otras personas opinan”, explica Aitana Farré.

Es importante “fomentar la autoestima y la seguridad individual. Los niños deben entender que no importa si son niñas o niños, de igual forma deben sentirse satisfecho­s con ellos mismos. Ser niña no está mal, no significa valer menos. Porque si se sienten seguros de sí mismos, no tendrán necesidad de criticar al otro”, detalla la fundadora de Artilugio.

Además, añade que desde casa es importante que las niñas y los niños vean que mamá y papá pueden llevar a cabo roles que socialment­e están marcados para específica­mente hombres o para mujeres; por ejemplo, “que la mamá trabaja, que el papá lava trastes o que también se viste de rosa, que la mamá no siempre tiene que usar falda. Que no solo se hace lo que dice el papá, sino que hay un acuerdo mutuo entre los dos. Y mucho reforzar el que ellos puedan elegir los juguetes y los juegos, y no por elegir un juego específico se les marque esto de porque eres niña no puedes tener un balón y tú por niño no puedes tener una cocina o una muñeca. Hay que favorecer las posibilida­des”.

“Si lo que queremos es lograr que el mundo sea mejor, debemos empezar desde los niños. Ayudarlos a que sean niños seguros de sí mismos, que respeten al otro. Hay que fomentar también entre los maestros competenci­as psicosocia­les para que no se dediquen a perpetuar estos roles de género que al final lo que provocan es violencia”, concluye la especialis­ta.

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