Mtro. en Estudios de la Mujer
Esta actividad ayuda a aprender, a cuidar y a empatizar con otras personas.
Una de las primeras formas de socialización, de convivir, de acercarnos a las y los demás es el juego. A través de él expresamos sentimientos, pensamientos, actitudes y nuestro ser en el mundo. El juego es, a grandes rasgos, una forma de construirnos como sujetos sociales. Es a través del juego que aprendemos las normas que se encuentran en nuestra sociedad. Sin embargo, no siempre ese orden social es positivo para nuestro desarrollo. Los diferentes movimientos y estudios feministas se han encargado de evidenciar que en este orden social, las mujeres ocupan un lugar de subordinación con respecto a los hombres en todos los ámbitos de la sociedad y en las diferentes etapas de la vida. Así, el juego es un elemento que repite estas inequidades y es una forma primaria de creación de estereotipos de género.
La palabra estereotipo viene del griego stereós que significa rígido o sólido y tipós, que significa imagen, impresión o molde. En el orden cultural que llamamos género, el estereotipo es una idea rígida de lo que esperamos sean mujeres y hombres en nuestra sociedad. Ideas que delimitan la vida de las personas desde los primeros años de vida, limitándola a dos posibilidades, el mundo de las niñas y el mundo de los niños, donde ambos mundos son contrarios, excluyentes y donde se instalan relaciones de poder, es decir se valora un mundo más que el otro, lo masculino por encima de lo femenino.
Estos estereotipos de género se encuentran desde nuestros primeros años de vida, desde las ropas y colores que nos asignan (rosa para las niñasazul para los niños) hasta el trato que recibimos por parte de los adultos. Es común que a las personas que llamamos niñas se les promueva el juego a través de muñecas y utensilios domésticos, aprenden con el juego que su papel es el cuidado y servicio a los demás, así como la maternidad obligatoria, ser para los demás. En cambio, las personas que llamamos niños se socializan desde la competencia y la violencia, nos inculcan la agresividad, nos regalan superhéroes, balones, carros, es un ser para sí.
Estos juegos no son inofensivos, pues en la vida adulta se transformarán en desigualdades sociales. También mediante el juego aprendemos a tratar diferente a las personas de acuerdo con el orden social de género. Los tratos son más rudos y menos afectivos con los niños, mientras que para las niñas los tratos son más cariñosos, con más contacto afectivo, pero con ideas limitantes sobre sus capacidades.
De esta manera podemos ver cómo el juego se vuelve una forma de reproducir las desigualdades. El reto es transformar el juego, donde no se divida la vida, donde el cuidado y las labores domésticas no sean puestos en las niñas como su obligación sino como una labor necesaria para la vida y donde deben participar los niños para aprender a cuidar y empatizar con otras personas. Eliminar la violencia y la desigualdad de los juegos. Juegos donde la vida social sea una posibilidad para las niñas, donde puedan tener otros modelos, ser doctoras, ingenieras, profesoras o científicas. Es en el juego donde se reproducen los estereotipos, pero también es en el juego donde podemos transformar nuestra sociedad en una libre de violencia y discriminación. El juego nos dice mucho de nuestra sociedad y de sus desigualdades. Cambiemos los juegos para cambiar la sociedad y cambiemos nuestra sociedad para que el juego sea un espacio primario de respeto e igualdad.
El reto es transformar el juego, donde no se divida la vida, donde el cuidado y las labores domésticas no sean puestos en las niñas como su obligación, sino como una labor necesaria para la vida