Lic. en Administración Pública
Es necesario hacer a un lado los estereotipos para que las niñas puedan tener libre albedrío y elegir lo que desean ser.
En México durante 2015, más de 11,000 niñas de 10 a 14 años fueron madres. De ellas, el 16% tiene la primaria incompleta o no tiene estudios. En casi la mitad de estos casos, el padre es un hombre mayor de 19 años. Lamentable y asombrosamente, estas cifras no parecen ser conocidas, o no parecen ser causa de alarma social. Y parece que, en la educación formal y en la informal, en las relaciones sociales e intrafam intrafamiliares, se han normalizado formas de abuso, violencia o desigualdad a las que predisponen los estereotipos de género a niñas y adolescentes.
Esto lo l podemos observar en el comentario familiar cuando una niña cocina no n es “puedes ser una gran chef”, sino un “ya te puedes casar”; cuando a las niñas se les imponen talleres de mecanografía o estética y se les bloquean las clases de mecánica automotriz; cuando en el lenguaje tod todos los días las invisibilizamos y si las hacemos presentes, estamos cometie cometiendo, según algunos, una falta ortográfica.
Y es q que en México estamos llenos aún de simbolismos sobre lo que se supon supone es lo “femenino” y lo “masculino”. La repetición y reproducción de estos estereotipos comienza con la elección de determinados colores dependi dependiendo del sexo de un niño o niña aún en el vientre materno, en el tipo d de juguetes e incluso con la asignación diferenciada de tareas.
Hay q quienes cuestionan por qué aún debe haber un día de la niña en específi específico o que promueva a las mujeres en la ciencia o incluso que exista u una institución dedicada a abatir la desigualdad de género, debido a q que aseguran que las mujeres ya tienen el mismo acceso a oportunidad tunidades que los hombres.
Ojalá fuera así, algún día lo será. Pero hoy la realidad y los datos hablan de profundas, profu perniciosas y graves desigualdades. Solo por citar algunos ejemplo ejemplos: el segundo motivo de deserción escolar en niñas y adolescentes es estar es embarazadas o haberse casado; son las principales víctimas de la vio violencia en entornos familiares y son las que le dedican más horas a las labor labores domésticas (asistiendo o no a la escuela).
Según datos de la Encuesta Intercensal del INEGI del 2015: las mujeres tienen tie mayor permanencia en la escuela y terminan en tiempo
Es necesario que niñas y adolescentes dejen de escuchar que el matrimonio y la maternidad son una especie de seguro de estabilidad o manutención, además de la convención socialmente aceptada
sus estudios respecto de los hombres, desde el nivel primaria hasta educación superior; sin embargo, la brecha de género en la matrícula de educación superior se amplía desfavoreciendo a las mujeres, ya que ingresa 49.4% de mujeres frente a 50.6% de hombres, aún y cuando se tiene mayor eficiencia terminal de mujeres (75.6%) que de hombres (66.6%) en educación media superior.
Y esta lista puede seguir: la proporción de mujeres jóvenes que no estudian ni trabajan es de 35%, la segunda tasa más alta de la OCDE. En México, las mujeres jóvenes tienen cuatro veces más probabilidades que los hombres jóvenes de no estudiar ni trabajar. Cerca de dos tercios de las jóvenes que no estudian ni trabajan, son madres.
Combatir, por tanto, a los estereotipos de género dentro de la educación formal e informal cobra mucha importancia; desterrar incluso la expresión de que necesitan “encontrar un buen partido”, y dotarlas más bien de herramientas para ser personas que toman decisiones por sí mismas, que tienen condiciones equitativas (sin desventajas ni obstáculos impuestos socialmente) para construir sus propios proyectos de vida. Y en todo ello, como uno de los elementos centrales de la narrativa que expresa una visión patriarcal, es necesario que niñas y adolescentes dejen de escuchar que el matrimonio y la maternidad son una especie de seguro de estabilidad o manutención, además de la convención socialmente aceptada.
Una niña, cada una de ellas, cada adolescente, debe poder soñar su futuro, poder ejercer sus libertades, tener certeza de que tiene derechos en igualdad de condiciones. De que debe poder elegir el momento de tener pareja o ser madre, si lo desea. Debe ser niña y desarrollarse para ser joven. No madre, no niña teniendo niños, no pareja de adultos, no mujer condenada a la reproducción intergeneracional de la pobreza. Depende de todas y todos. No de ellas.