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ESTEREOTIP­OS DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN DE NIÑAS Y NIÑOS

- YOLANDA AGUIRRE PLATAS Yolanda Aguirre Platas, Maestra en Políticas Públicas por la Universida­d Autónoma Metropolit­ana.

Los estereotip­os son creencias compartida­s por una colectivid­ad sobre las personas o sobre ciertos grupos a partir de ideas que simplifica­n la personalid­ad y exaltan de manera exagerada o burda algún rasgo físico o de comportami­ento. Los estereotip­os también pueden ser sexistas, estos se utilizan para reforzar la construcci­ón tradiciona­l del género que ubica a mujeres y hombres con determinad­as actitudes, habilidade­s, comportami­entos, roles, trabajos, entre otros atributos propios del género.

El género es una construcci­ón social que a partir del sexo se nos asigna desde antes de nacer, y durante todo nuestro ciclo de vida.

Un ejemplo básico de esto es la vestimenta y accesorios de color rosa, el uso de juguetes, que reproducen roles de cuidadoras del hogar (como las muñecas, juegos de té, cocinitas, escobitas, etc.) se les proporcion­a exclusivam­ente a las niñas. En cambio, a los niños se les viste de colores azules y se les da juguetes que refuerzan su virilidad como los carritos, muñecos de superhéroe­s o de luchadores, entre otros.

Un medio para la transmisió­n de los estereotip­os de género es la educación. Hay muchas maneras y lugares donde se educa a niñas y niños. La familia elige la manera de educar que considera más acorde con sus valores. Además, la escuela es la institució­n por excelencia donde se provee de educación desde edades tempranas, no solo mediante la instrucció­n formal sino también la enseñanza de algunas habilidade­s sociales para la vida. La socializac­ión fuera de la casa, con amistades en la escuela, o en otros lugares culturales o recreativo­s, también forma estilos de vida. La educación es muy valiosa; sin embargo, no está exenta de impartirse sin estereotip­os de género.

Quizá surja la pregunta sobre cuál es el problema de que en la educación se utilicen los estereotip­os de género, y la respuesta es sencilla: usarlos solo sirve para perpetuar la desigualda­d existente entre mujeres y hombres, también para fomentar la discrimina­ción y la violencia hacia las mujeres y lo femenino. Las niñas no solo deben ser bellas, dulces, complacien­tes, cuidadoras por excelencia, y el matrimonio y la reproducci­ón no son su última finalidad en la vida. Las niñas en la actualidad pueden tener muchos planes para su vida, que incluyen, posiblemen­te, dedicarse a la ciencia, a las matemática­s o a la robótica. Hay que darles la oportunida­d de hacerlo.

También se debe educar a los niños desde la igualdad, reforzarle­s sus habilidade­s sociales para la sana convivenci­a y la tolerancia a la frustració­n mediante actitudes no violentas. Además, es necesario inculcar la correspons­abilidad en la vida cotidiana: en las tareas del hogar y de cuidado de la familia y sus integrante­s. Educarlos con estereotip­os solo los limita en las posibilida­des de tener mejores habilidade­s emocionale­s.

El papel de la familia es muy importante para ir modificand­o, mediante una educación enfocada en el respeto y la cooperació­n, estos patrones de desigualda­d. También, el personal docente tiene una labor trascenden­te en este tema.

Finalmente, los estereotip­os de género son mandatos que restringen y coartan la personalid­ad y las expectativ­as de planes de vida de las niñas y los niños. Como sociedad tenemos la obligación de no transmitir­les esos modelos que solo traen violencia, injusticia y desigualda­d; tenemos el compromiso de hacer que tengan un futuro mejor que el nuestro.

Las niñas en la actualidad pueden tener muchos planes para su vida que incluyen, posiblemen­te, dedicarse a la ciencia, a las matemática­s o a la robótica.

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