SÉ LA MUJER QUE TE DÉ LA GANA DE SER
Desde antes de nacer, las niñas estamos rodeadas de estereotipos que nos van indicando cómo sí y cómo no debemos ser según las exigencias socioculturales de la época en que vivimos. Es increíble que aún existan en nuestros días, miles de prejuicios en contra de las niñas. Como muestra, hay miles de ejemplos, como el priorizar el nacimiento de un varón con razones tan discriminatorias como “se va a perder el apellido”, “hay que perpetuar la familia”, “las viejas (sic) solo vienen a sufrir”, “para que gasto en ella, si finalmente se va a casar y la van a mantener”, “las niñas son un estuche para caballeros” y una lista tristemente interminable de dichos y frases populares que nos reflejan el odio hacia las mujeres, desde que somos niñas. No es cosa fácil educar a las niñas bajo un esquema de igualdad cuando tenemos todo un contexto que nos ha vendido por siglos la idea de que las mujeres y, en especial, las niñas, tienen menos derechos por el simple hecho de serlo.
Pero, ¿cómo es la situación de las niñas en el mundo? A pesar de todos los esfuerzos y los valiosísimos avances, nos sigue faltando mucho por hacer. Por ejemplo: • 70 millones de niñas fueron víctimas de violencia física antes de los 15 años. • 64 millones de niñas en todo el mundo están casadas. • 120 millones de niñas han sido víctimas de relaciones sexuales forzadas
(violaciones) y otras agresiones. • 126 millones de niñas y adolescentes piensan que a veces se justifica que
un hombre golpee a su esposa. • 11% de las niñas contraen matrimonio antes de cumplir 15 años. • 3 de cada 10 adultos creen que hay que recurrir al castigo físico para educar y solo 36 naciones en el mundo brindan protección jurídica a menores contra toda forma de castigo. • 84 millones de adolescentes de 15 a 19 años han sufrido algún tipo de
violencia por parte de sus parejas (esposos o novios). • 92 millones de niñas de 10 años o más han sufrido mutilación genital en África.
En América Latina y el Caribe, casi 20% de los partos son de madres adolescentes y en México, hay 19.3 millones de niñas de 0 a 18 años, es decir, son 36.2% de las mujeres mexicanas, de las cuales, 204,000 adolescentes de 15 a 17 años y 11,682 niñas de 10 a 14 años ya son mamás, lo cual, como ha sido demostrada en infinidad de investigaciones, la mayoría de estas niñas no terminará sus estudios lo cual, casi inevitablemente, las condenará a tener una menor calidad de empleo y muy seguramente, recibirán un sueldo mucho menor a lo que deberían ganar para cubrir sus necesidades básicas.
También es sabido que un año extra de primaria en las niñas, eleva su eventual salario en 10-20% y, conforme aumenta su escolaridad, las mujeres tienen más posibilidades de un salario mayor.
Según datos de la Encuesta Intercensal 2015, en México, 63.3% de niñas de 3 a 5 años de edad cuenta con algún grado de preescolar, reflejando esto que 1,146,359 no asisten a la escuela. Cuando las niñas están en el rango de 6 a 11 años, de cada 100 niñas, dos no asisten a la escuela y el porcentaje de niñas que no tienen habilidad de lectoescritura es hasta de 16.2% en algunas poblaciones.
Sin duda, se han hecho grandes esfuerzos por impulsar el acceso de las niñas a las aulas, sin embargo, eso es solo el principio del gran reto que se tiene enfrente. Se debe también garantizar que la educación que reciban esté libre de sesgos sexistas que abonen a los estereotipos que comúnmente las rodean en las diferentes esferas de su vida.
Hay diversos estudios que hablan sobre estereotipos y hacen evidente el impacto que éstos tienen en la vida de las personas. Robert W. Blum, Kristin Mmari, y Caroline Moreau publicaron un estudio en el Journal of Adolescent Health donde demuestran que a la edad de 10 años los niños y las niñas tienen definidas muchas de las habilidades, destrezas o imposibilidades de hombres o mujeres, según lo que la sociedad les ha dicho o mostrado de lo que puede o no hacer cada persona según su sexo.
Esta investigación en concreto se basa en el periodo de la preadolescencia y se llevó a cabo en 15 países diferentes: Ecuador, Bolivia, Bélgica, Escocia, Estados Unidos, Sudáfrica, Malawi, Kenya, República Democrática del Congo, Burkina Faso, Nigeria, Egipto, Vietnam, China e India.
A pesar de las diferencias culturales, este estudio muestra las grandes similitudes que se dan cuando se habla de estereotipos de género, decidiendo agrupar las consecuencias de éstos en los siguientes cinco puntos: 1. El mito hegemónico. Este mito hace alusión a la idea de que las niñas son vulnerables mientras que los chicos son fuertes e independientes. Incluso en los casos donde los padres reconocían la vulnerabilidad como un derecho de sus hijos seguían protegiendo más a sus hijas. 2. La pubertad para las chicas como la representación de la sexualidad y el sexo. Mientras que la pubertad en los chicos se entiende como un paso a la madurez, y a convertirse en “un hombre”. Para las chicas comienza una época de ocultarse, de no mostrar, de no insinuar, de esconder su cuerpo y de entender su sexualidad como algo sucio; pero que hay que preservar a toda costa. 3. Menor movilidad en las chicas. Para ellas también supone tener cuidado de andar por determinados sitios o hacerlo a determinadas horas. Para ellos esta restricción de movimiento no tiene lugar. 4. Los chicos son un problema: el mensaje que les llega a las chicas es que se alejen de ellos. Hasta ahora no había habido ningún problema en participar juntos en actividades o aficiones. Pero la nueva etapa marca un antes y un después en el concepto sobre los chicos. Ahora se presentan como un peligro para ellas. 5. Si alguien se sale de la cajita azul o rosa es severamente reprendido. Tanto chicos como chicas son conscientes de lo que se considera adecuado según su sexo en cuanto a expresión de género, sexualidad, identidad de género o biología. Todo lo que no se entienda como “normal” o “común” está en grave riesgo de padecer bullying. El compromiso debe continuar, las niñas merecen un futuro mejor, con todo un abanico de posibilidades en el que ellas puedan elegir, ser la mujer que les dé la gana de ser.
Se debe garantizar que la educación que reciban esté libre de sesgos sexistas