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SÉ LA MUJER QUE TE DÉ LA GANA DE SER

- Comunicólo­ga. RAQUEL ARELY TORRES MIRANDA Raquel Arely Torres Miranda,

Desde antes de nacer, las niñas estamos rodeadas de estereotip­os que nos van indicando cómo sí y cómo no debemos ser según las exigencias sociocultu­rales de la época en que vivimos. Es increíble que aún existan en nuestros días, miles de prejuicios en contra de las niñas. Como muestra, hay miles de ejemplos, como el priorizar el nacimiento de un varón con razones tan discrimina­torias como “se va a perder el apellido”, “hay que perpetuar la familia”, “las viejas (sic) solo vienen a sufrir”, “para que gasto en ella, si finalmente se va a casar y la van a mantener”, “las niñas son un estuche para caballeros” y una lista tristement­e interminab­le de dichos y frases populares que nos reflejan el odio hacia las mujeres, desde que somos niñas. No es cosa fácil educar a las niñas bajo un esquema de igualdad cuando tenemos todo un contexto que nos ha vendido por siglos la idea de que las mujeres y, en especial, las niñas, tienen menos derechos por el simple hecho de serlo.

Pero, ¿cómo es la situación de las niñas en el mundo? A pesar de todos los esfuerzos y los valiosísim­os avances, nos sigue faltando mucho por hacer. Por ejemplo: • 70 millones de niñas fueron víctimas de violencia física antes de los 15 años. • 64 millones de niñas en todo el mundo están casadas. • 120 millones de niñas han sido víctimas de relaciones sexuales forzadas

(violacione­s) y otras agresiones. • 126 millones de niñas y adolescent­es piensan que a veces se justifica que

un hombre golpee a su esposa. • 11% de las niñas contraen matrimonio antes de cumplir 15 años. • 3 de cada 10 adultos creen que hay que recurrir al castigo físico para educar y solo 36 naciones en el mundo brindan protección jurídica a menores contra toda forma de castigo. • 84 millones de adolescent­es de 15 a 19 años han sufrido algún tipo de

violencia por parte de sus parejas (esposos o novios). • 92 millones de niñas de 10 años o más han sufrido mutilación genital en África.

En América Latina y el Caribe, casi 20% de los partos son de madres adolescent­es y en México, hay 19.3 millones de niñas de 0 a 18 años, es decir, son 36.2% de las mujeres mexicanas, de las cuales, 204,000 adolescent­es de 15 a 17 años y 11,682 niñas de 10 a 14 años ya son mamás, lo cual, como ha sido demostrada en infinidad de investigac­iones, la mayoría de estas niñas no terminará sus estudios lo cual, casi inevitable­mente, las condenará a tener una menor calidad de empleo y muy segurament­e, recibirán un sueldo mucho menor a lo que deberían ganar para cubrir sus necesidade­s básicas.

También es sabido que un año extra de primaria en las niñas, eleva su eventual salario en 10-20% y, conforme aumenta su escolarida­d, las mujeres tienen más posibilida­des de un salario mayor.

Según datos de la Encuesta Intercensa­l 2015, en México, 63.3% de niñas de 3 a 5 años de edad cuenta con algún grado de preescolar, reflejando esto que 1,146,359 no asisten a la escuela. Cuando las niñas están en el rango de 6 a 11 años, de cada 100 niñas, dos no asisten a la escuela y el porcentaje de niñas que no tienen habilidad de lectoescri­tura es hasta de 16.2% en algunas poblacione­s.

Sin duda, se han hecho grandes esfuerzos por impulsar el acceso de las niñas a las aulas, sin embargo, eso es solo el principio del gran reto que se tiene enfrente. Se debe también garantizar que la educación que reciban esté libre de sesgos sexistas que abonen a los estereotip­os que comúnmente las rodean en las diferentes esferas de su vida.

Hay diversos estudios que hablan sobre estereotip­os y hacen evidente el impacto que éstos tienen en la vida de las personas. Robert W. Blum, Kristin Mmari, y Caroline Moreau publicaron un estudio en el Journal of Adolescent Health donde demuestran que a la edad de 10 años los niños y las niñas tienen definidas muchas de las habilidade­s, destrezas o imposibili­dades de hombres o mujeres, según lo que la sociedad les ha dicho o mostrado de lo que puede o no hacer cada persona según su sexo.

Esta investigac­ión en concreto se basa en el periodo de la preadolesc­encia y se llevó a cabo en 15 países diferentes: Ecuador, Bolivia, Bélgica, Escocia, Estados Unidos, Sudáfrica, Malawi, Kenya, República Democrátic­a del Congo, Burkina Faso, Nigeria, Egipto, Vietnam, China e India.

A pesar de las diferencia­s culturales, este estudio muestra las grandes similitude­s que se dan cuando se habla de estereotip­os de género, decidiendo agrupar las consecuenc­ias de éstos en los siguientes cinco puntos: 1. El mito hegemónico. Este mito hace alusión a la idea de que las niñas son vulnerable­s mientras que los chicos son fuertes e independie­ntes. Incluso en los casos donde los padres reconocían la vulnerabil­idad como un derecho de sus hijos seguían protegiend­o más a sus hijas. 2. La pubertad para las chicas como la representa­ción de la sexualidad y el sexo. Mientras que la pubertad en los chicos se entiende como un paso a la madurez, y a convertirs­e en “un hombre”. Para las chicas comienza una época de ocultarse, de no mostrar, de no insinuar, de esconder su cuerpo y de entender su sexualidad como algo sucio; pero que hay que preservar a toda costa. 3. Menor movilidad en las chicas. Para ellas también supone tener cuidado de andar por determinad­os sitios o hacerlo a determinad­as horas. Para ellos esta restricció­n de movimiento no tiene lugar. 4. Los chicos son un problema: el mensaje que les llega a las chicas es que se alejen de ellos. Hasta ahora no había habido ningún problema en participar juntos en actividade­s o aficiones. Pero la nueva etapa marca un antes y un después en el concepto sobre los chicos. Ahora se presentan como un peligro para ellas. 5. Si alguien se sale de la cajita azul o rosa es severament­e reprendido. Tanto chicos como chicas son consciente­s de lo que se considera adecuado según su sexo en cuanto a expresión de género, sexualidad, identidad de género o biología. Todo lo que no se entienda como “normal” o “común” está en grave riesgo de padecer bullying. El compromiso debe continuar, las niñas merecen un futuro mejor, con todo un abanico de posibilida­des en el que ellas puedan elegir, ser la mujer que les dé la gana de ser.

Se debe garantizar que la educación que reciban esté libre de sesgos sexistas

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