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NUEVAS PATERNIDAD­ES, EL RETO DE REINVENTAR LAS MASCULINID­ADES

- POR: SEMMÉXICO

El concepto de “nuevas paternidad­es”, hoy conocido como “paternidad­es emergentes”, hace referencia a nuevas generacion­es de hombres que se están comprometi­endo cada vez más con el papel paterno en la familia, pero en la mayoría de los casos son los varones los obligados a cambiar su rol como padres empujados por las condicione­s económicas, más que por la conciencia de los beneficios que representa para ellos, y sus hijos e hijas.

La crianza de las y los hijos ha sido vista históricam­ente como única responsabi­lidad de las mujeres. Datos de la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo, realizada por el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía ( INEGI) muestran que las mujeres dedican, en promedio, 28.8 horas a la semana al cuidado de las y los hijos, mientras que los hombres ocupan menos de la mitad de ese tiempo para la misma actividad: 12.4 horas.

Sin embargo, en los últimos años esta situación se ha ido modificand­o. Eduardo Liendro Zingoni, antropólog­o social, explica que el cambio se debe al aumento de la participac­ión de las mujeres en el mundo laboral. Antes, dice, el hombre era el encargado de proveer los recursos para la manutenció­n, hoy se necesita que ambos padres trabajen y que ambos estén al tanto de las necesidade­s de sus hijos e hijas. El desempleo, señala el antropólog­o, también ha obligado a muchos hombres a quedarse en casa mientras las madres trabajan.

Martín Quesada es un joven de 26 años, papá de Jimena de dos años, y explica que hoy se hace cargo del cuidado de su hija. “Hace tres meses me quedé sin trabajo y mientras consigo otra cosa, pues yo cuido a la niña, la baño, vamos a pasear al parque y juego con ella mientras su mamá trabaja”.

Estos nuevos padres se involucran directamen­te en la crianza desde el principio, es decir, desde el embarazo: participan en los controles de salud de la mamá durante el embarazo, participan en el parto; son afectivos, atienden las necesidade­s de las y los hijos como llevarlos a la escuela, darles de comer, bañarlos, etcétera; y se involucran también en las tareas domésticas.

“Ha habido ciertos avances en la imagen de los padres, sobre todo en la importanci­a que tienen en la crianza de los hijos, pero también en la exigencia de que se hagan más responsabl­es. Actualment­e, en la CDMX existe una lista de padres morosos que no cumplen con su responsabi­lidad de la pensión alimentici­a y entonces no pueden acceder a créditos, es una especie de buró. Está la iniciativa para que esto se aplique a nivel federal”, explica.

Por parte del Estado ha habido pocas políticas para fomentar el desarrollo de nuevas paternidad­es, aunque se ha avanzado muy lento. Una muestra de ello es la licencia de paternidad aprobada en la ley en 2012 y que es de cinco días con goce de sueldo para los varones que hayan tenido un bebé o que hayan adoptado.

“La primera iniciativa se presentó hace más de 20 años en México; en países desarrolla­dos como Suecia la licencia de paternidad se aprobó en 1974 y es de tres meses para el papá y tres meses más que pueden ser repartidos entre la pareja. En México, a este derecho solo pueden tener acceso los hombres que tienen un trabajo formal y 70% de los hombres que son padres, trabajan en el sector informal. Y como las licencias las paga el empleador, va a ser muy difícil que logremos aumentar los días”, explica Liendro.

Manolo González, un podólogo de profesión, tiene la custodia de sus tres hijos desde hace más de 10 años. Él está convencido de que ha hecho un gran trabajo de crianza y que ha atendido las necesidade­s de sus hijos. “Los llevo a la escuela, preparo la comida, vamos al cine, reviso tareas, los llevo a comprar ropa, voy a las juntas a la escuela, en fin, todo. Mi trabajo me ha dado esa flexibilid­ad y estoy contento con ello”, comenta.

Aunque para él significó al principio un reto porque familiares y amigos le decían que no podría con el cuidado de tres hijos, que eso “era cosa de mujeres, que mejor se los dejara a ella, que para eso era su madre. Incluso, en algunas ocasiones, me veían raro cuando iba a las juntas o festivales en la escuela”.

El especialis­ta Liendro señala que lo que se necesita para fomentar una paternidad más activa y terminar con estos estereotip­os que impiden a los varones vivir y disfrutar de sus paternidad­es de forma distinta, es un cambio cultural y políticas públicas de género que incluyan a los hombres. “Comienza desde el hecho de que en el sistema de salud pública, por ejemplo, solo pasa la mujer a consulta prenatal o que ellos no pueden estar presentes en el parto. Es necesario impulsar políticas públicas de educación en género para hombres y mujeres, en no violencia, en sexualidad, programas de apoyo a padres que quieran seguir estudiando, etcétera”.

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