PARTICIPACIÓN CONSTANTE Y ACTIVA
Así ha sido siempre el papel de las mujeres en el trabajo de cuidados no remunerado.
Recordemos que es importante tanto lo que se gana, como lo que se gasta, pensar en la manera de administrar el sueldo, siempre será en beneficio de un núcleo familiar.
El trabajo remunerado y no remunerado han sido tratados como una externalidad del sistema económico, el primero se refiere a aquellas actividades que realizan las personas al producir bienes y servicios con el fin de obtener un ingreso; el segundo, son trabajos integrados por actividades domésticas en el hogar, de cuidados y voluntarias, sin recibir sueldo alguno. Lo que muestra que uno del otro se nutren en diversas vertientes; es así que asociándolos a los aspectos de género, hemos presenciado que al paso de los años, aún existe la constante de obviar o analizar la inequidad, que castiga a las mujeres por su inserción más precaria en el empleo y su carga nada disminuida y poco valorada.
El mercado laboral continúa siendo una institución portadora de desigualdades generando límites a las posibilidades reales de acceso y permanencia de las mujeres, ya que su participación es menor que la de los hombres.
Sin duda, vivimos en una sociedad donde las mujeres necesitan estar capacitadas para enfrentar los retos cotidianos, condicionadas por su edad, nivel educativo, número de hijos, debiendo mantener y cultivar los valores con mayor insistencia que los hombres. En el ámbito laboral, casi siempre, predispone a las mujeres la intimidación, pues los hombres son a veces quienes se encuentran más capacitados para realizarlo, ya que las mujeres, para demostrar su capacidad de gestión, deben no solo manifestarlo mediante la aplicación del conocimiento, sino de una conducta impecable y, a pesar de ello y de los esfuerzos logrados, siguen siendo menos remuneradas que los hombres.
Es cierto, las mujeres a lo largo de la historia han tenido una participación constante y activa en la vida social, política y económica. Sin embargo, los cargos de alto nivel siguen indicando una participación mayoritaria de hombres, esto sucede a consecuencia de los tiempos que disponen las mujeres, de su doble tarea, dedicarse al hogar que definitivamente es un trabajo no remunerado e infravalorado, y salir a trabajar para cubrir las necesidades básicas de su familia, laborando medios tiempos o tiempos extensos menos remunerados por el tipo de plaza que se les asigna, y es aquí donde se observa una incorporación desigual entre hombres y mujeres, lo que quiere decir que se percibe una caída del trabajo no remunerado y un aumento del remunerado en los hombres al mejorar los ingresos.
De ahí resulta, que son las mujeres quienes ocupan los puestos de trabajo menos remunerados, al realizar empleos subcontratados a destajo y trabajos poco estables, con escasos o ningún acceso al trabajo decente y en muchas ocasiones a la protección social. Lo que quiere decir es que, si esto persiste, tendremos que esperar otras décadas para eliminar completamente las diferencias salariales por género. Por lo que, insisto, se trata de entrarle todos (autoridades y ciudadanos) a esa igualdad de la que tanto se habla hoy, pues independientemente de los papeles que jueguen las parejas (mujer y hombre), sea dentro o fuera de casa, de la oficina, del trabajo, del negocio, del campo, debe haber igualdad de actividades, repartirse los quehaceres del hogar, el cuidado de los hijos, llevarlos en un horario que no perjudique en lo laboral, pues con una buena organización, diálogo y respeto todo se puede realizar en igualdad de circunstancias. Siendo flexibles, hombres y mujeres deben ajustar sus decisiones y cambios en la cantidad de trabajo remunerado y no remunerado al enfrentar situaciones diversas en el mercado laboral; logrando cambios. Solo así, se podrá decir que estamos en igualdad de condiciones.
Las mujeres, para demostrar su capacidad de gestión, deben no solo manifestarlo mediante la aplicación del conocimiento sino de una conducta impecable