PARTICIPACIÓN LABORAL FEMENINA
Si se logra elevar, traería beneficios sociales y económicos enormes.
David Kaplan, especialista Sénior en la División de Mercados Laborales y Seguridad Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), sostiene que es muy baja la participación de las mujeres en la vida laboral mexicana. Cuando ve las diferencias de género en el desempleo, subempleo, y desempleo encubierto, observa que las cifras no siempre son más desfavorables para las mujeres. Las tasas de informalidad y desempleo son similares para mujeres y hombres, mientras la tasa de subempleo es menor para las mujeres que para los hombres.
Es grave la disminuida participación laboral de las mujeres. Y tiene que ver con falta de oportunidades, discriminación, educación y la carga del cuidado. Ello afecta la tasa de empleo en general, y es reducida porque la del empleo femenino es extremadamente baja.
El empleo de mujeres es de 45.1%, 14.3 puntos porcentuales menos que el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (59.4%). Esta baja participación femenina en el mercado laboral es además un problema social, pero claramente es un problema económico también.
La OCDE estima que una reducción de 50% en la brecha de género respecto a la participación laboral generaría 1,100 dólares adicionales al Producto Interno Bruto (PIB) per cápita en 2040.
El experto se pregunta ¿por qué la tasa de empleo de mujeres es tan baja en México? Por falta de oportunidades laborales. Hay una fuerza laboral potencial de 16.3% de mujeres disponibles para trabajar, pero no buscan empleo activamente. A este grupo habría que agregar muchas madres solteras que no están disponibles para trabajar por falta de opciones viables para el cuidado de sus hijos. Las normas culturales que aún existen, suponen que la mujer debe estar en casa, lo que es parte de la explicación.
El cuidado de los hijos se agrava debido a que México es el país de la OCDE con más horas de trabajo por persona ocupada. Según un estudio reciente de la OCDE, en México 17.8 % de los hombres ocupados y 8.9% de mujeres trabajan 60 horas o más cada semana. El promedio de la OCDE es de 7.9% para hombres y 3.1% para mujeres. Las cifras de Chile, el único otro país latinoamericano con estas cifras reportadas, son 10.7% para hombres y 5.5% para mujeres. Tal vez un adulto en una familia con hijos pueda estar en la oficina hasta las 10 de la noche, pero alguien tendrá que ocuparse de ellos. La probabilidad de que sea la mujer quien sacrifique su carrera profesional, ante la posibilidad de que la mamá y el papá tengan horarios laborales intensivos, es muy alta.
Kaplan afirma que la discriminación laboral tiene mucho que ver con el problema. Nos horrorizamos al ver a un jefe despidiendo a una mujer por estar embarazada, las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señalan que las pruebas de embarazo obligatorias son comunes en el mundo del trabajo. Además, muchos anuncios de trabajo son claramente discriminatorios, pidiendo que la mujer sea joven y físicamente bonita, soltera y sin hijos, o de tez blanca. En el lugar del trabajo, 6.6% de mujeres trabajadoras ha experimentado algún tipo de violencia sexual, incluyendo intimidación, acoso-hostigamiento y abuso. En general, 22.5% de mujeres trabajadoras ha sufrido algún tipo de violencia en el ámbito laboral. Ante este panorama laboral, la decisión de muchas mujeres de no participar en el mercado laboral es fácil de entender.
Las decisiones educativas también pueden tener algo que ver con el problema. Tradicionalmente son los niños quienes estudian carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), que suelen ser las más demandadas en el mercado laboral, mientras las niñas estudian carreras con peores perspectivas laborales. En este contexto, un programa de orientación laboral como uno piloto exitoso puede fomentar mejores elecciones de carreras por parte de las niñas y, por tanto, mejorar las oportunidades laborales de las mujeres.
La participación laboral femenina en México es extremada y preocupantemente baja. Si el país pudiera encontrar formas de elevar la participación laboral femenina, al menos a los niveles de otros países latinoamericanos, los beneficios sociales y económicos podrían ser enormes.
La probabilidad de que sea la mujer quien sacrifique su carrera profesional, ante la posibilidad de que la mamá y el papá tengan horarios laborales intensivos, es muy alta