SOLO PUEDE EXISTIR DESARROLLO SI HAY IGUALDAD LABORAL
La desigualdad laboral en virtud del género no es una excepción a la falta de oportunidades y discriminación que padecemos las mujeres en México y el mundo.
Por citar un ejemplo, en el informe, titulado “Las mujeres en el mercado de trabajo: medir el progreso e identificar los desafíos”, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala tres áreas en las que persisten desequilibrios en materia de igualdad de género en el mundo del trabajo; el número de mujeres consideradas económicamente inactivas, ante la falta de un salario remunerado; las mayores dificultades que tenemos las mujeres para encontrar trabajo; y los menores salarios y prestaciones sociales que recibimos frente al mismo tipo de trabajo y puesto que los hombres.
Peor aún, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), siempre llama la atención sobre el elevado número de horas al día que las mujeres de nuestro país destinamos a cuidados del hogar y de la familia (incluyendo en muchos casos no sólo a sus padres e hijos, sino también a los padres de su pareja) y, en general, a trabajos no remunerados, lo que entorpece nuestras actividades económicas.
Asimismo, de acuerdo con el Estudio sobre la Igualdad de Hombres y Mujeres en la APF (2017) editado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos1, en nuestro país, en el año 2017, la participación de mujeres en edad de trabajar en el mercado económico era de 42.9%, frente a 77.8% de los hombres; es decir, 34.9% por debajo de estos; menor al promedio de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) que es de 67% y de países referentes en este tema, como Chile (66%), Colombia (63%), y Estados Unidos (68%), entre otros.
Entre los factores que han beneficiado el aumento de mujeres en el mercado laboral, está el control y descenso de la fecundidad, modificaciones en los roles familiares, un mayor reconocimiento a los derechos de las mujeres, la paulatina eliminación de las barreras formales que nos alejaban de ciertas profesiones y ocupaciones, una mayor escolaridad de las mujeres de la población económicamente activa, y crisis económicas, entre otros.
Sin embargo, el trabajo femenino aún se concentra en sectores y ocupaciones que tienden a tener bajos salarios: 78.5% de las mujeres trabaja en el sector terciario (frente al 50.1% de los hombres), con una importante proporción en servicios poco calificados, como el servicio doméstico (10.7% mujeres, frente a 0.9% hombres); y donde las mujeres realizan 94.9% del trabajo doméstico remunerado; existen más posibilidades de ocupación como trabajadoras familiares contribuyentes sin recibir ingresos en altas proporciones (7.2% de las mujeres ocupadas contra 3.3% de los hombres); el salario promedio del sector terciario para las mujeres es de 37.7 pesos por hora trabajada, mientras que los hombres reciben 40.6 pesos; la desventaja salarial en el sector secundario es de 18.9% inferior a la de los hombres (las mujeres perciben en promedio 28.5 pesos por hora trabajada contra 35.2 pesos de los hombres).
Peor aún, el hecho de que muchas mujeres trabajen en la informalidad (56.3% frente a 49.2% de los hombres), hasta el tercer trimestre de 2017, implica que no gozan de prestaciones sociales ni podrán recibir los beneficios de una jubilación.
En esta situación nos encontramos las mujeres en el mercado laboral, a pesar de la “Reforma Laboral” tan aplaudida por la clase política, y ningún esfuerzo tendrá mayor avance en la realidad, ante la falta de voluntad para fomentar una cultura de no discriminación laboral en virtud del género, y para imponer y ejecutar sanciones ejemplares a quienes incumplan estas disposiciones legales y administrativas.
Esperemos que pronto podamos comprender que equilibrar las condiciones de vida de mujeres y hombres, no solo es un tema de derechos humanos, sino de desarrollo social y nacional; por ello, las y los invito a que juntos construyamos juntos ese México con Justicia Social que merecemos. REFERENCIA: [1] Consultar este documento en el siguiente link: http://www. cndh.org.mx/sites/all/doc/Informes/Especiales/Estudio-igualdad-20180206.pdf.
Entre los factores que han beneficiado el aumento de mujeres en el mercado laboral, son el control y descenso de la fecundidad, modificación en los roles familiares, mayor reconocimiento a sus derechos, una mayor escolaridad, entre otros.